de mujer. El uno dellos decían los indios que era
este Inca Viracocha; mostraba bien su larga edad;
tenía la cabeza blanca como la nieve. El segundo
decían que era el gran Túpac Inca Yupanqui, que
fué bisnieto de Viracocha Inca. El tercero era Huayna
Cápac, hijo de Túpac Inca Yupanqui y tataranieto del
Inca Viracocha. Los dos últimos no mostraban haber
vivido tanto, que, aunque tenían canas, eran menos
que las del Viracocha. La una de las mujeres era la
Reina Mama Runtu, mujer deste Inca Viracocha.
La otra era la Coya Mama Odio, madre de Huayna
Cápac, y es verisímile que los indios los tuviesen
juntos después de muertos, marido y mujer, como
vivieron en vida. Los cuerpos estaban tan enteros
que no les faltaba cabello, ceja ni pestaña. Estaban
con sus vestiduras, como andaban en vida: los llau–
tos en las cabezas, sin más
ornamento ni insignia de
las reales. Estaban asenta–
dos, como suelen sentarse
los indios y las indias: las
manos tenían cruzadas
sobre el pecho, la derecha
sobre la izquierda; los ojos
bajos, como que miraban
al suelo.