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no paraban con los hachos hasta salir fuera de la ciudad

y allá los dejaban. El agua en que se habían lavado los

cuerpos derramaban en los arroyos que pasaban por

ella, aunque saliesen lejos de sus casas a buscarlos; que

no les era lícito derramarla fuera de los arroyos, porque

los males que con ella se habían lavado no se quedasen

entre ellos, sino que el agua corriente los llevase a la mar,

como se ha dicho arriba.

Otra fiesta hacían los indios en particular, cada uno

en su casa, y era después de haber encerrado sus mieses

en sus orones, que llaman pirua;quemaban cerca de los

orones un poco de sebo, en sacrificio al Sol; la gente noble

y más rica quemaban conejos caseros, que llaman

coy,

dándole gracias por haberles proveído de pan para comer

aquel año; rogábanle mandase a los orones guardasen

bien y conservasen el pan que había dado para sustento

de los hombres, y no hacían más peticiones que éstas.

Otras fiestas hacían los sacerdotes entre año, dentro en

la casa del Sol, mas no salían con ellas a plaza ni se tenían

en cuenta para las cotejar con las cuatro principales que

hemos referido,

las cuales eran

como pascuas

del año, y las fies–

tas comunes eran

sacrificios ordina–

rios que hacían al

Sol cada luna.