Libro Séptimo
Capítulo
XXVIII
Tres muros de la cerca,
lo más admirable de la obra
E
N CONTRA DESTE MURO,
por la otra parte, tiene el cerro
un llano grande; por aquella banda suben a lo
alto del cerro con muy poca cuesta, por donde los
enemigos podían arremeter en escuadrón formado.
Allí hicieron tres muros, uno delante de otro, como
va subiendo el cerro; tendrá cada muro más de do–
cientas brazas de largo. Van hechos en forma de
media luna, porque van a cerrar y juntarse con el
otro muro pulido, que está a la parte de la ciudad. En
el primer muro de aquellos tres quisieron mostrar la
pujanza de su poder, que, aunque todos tres son de
una misma obra, aquél tiene la grandeza della, don–
de pusieron las piedras mayores, que hacen increíble
el edificio a quien no lo ha visto y espantable a quien
lo mira con atención, si considera bien la grandeza y
la multitud de las piedras y el poco aliño que tenían
para las cortar, labrar y asentar en la obra.
Tengo para mí que no son sacadas de canteras,
porque no tienen muestra de haber sido cortadas,
sino que llevaban las peñas sueltas y desasidas (que
los canteros llaman tormos) que por aquellas sierras
hallaban, acomodadas para la obra; y como las ha–
llaban, así las asentaban, porque unas son cóncavas
de un cabo y convejas de otro y sesgas de otro, unas
con puntas a las esquinas y otras sin ellas; las cuales
40