despidió los adivinos; empero, considerando lo que
le habían dicho, que era tan al proprio del oráculo
antiguo que de sus antecesores tenía, y juntando
lo uno y lo otro con las novedades y prodigios que
cada día aparecían en los cuatro elementos, y que
sobre todo lo dicho se aumentaba la ida del navío
con la gente nunca vista ni oída, vivía Huayna Cápac
con recelo, temor y congoja; estaba apercebido
siempre de un buen ejército escogido, de la gente
más veterana y plática que en las guarniciones de
aquellas provincias había. Mandó hacer muchos sa–
crificios al Sol; y que los agoreros y hechiceros, cada
cual en sus provincias, consultasen a sus familiares
demonios, particularmente al gran Pachacámac y al
diablo Rímac, que daba respuestas a lo que le pre–
guntaban, que supiesen de él lo que de bien o de
mal pronosticaban aquellas cosas tan nuevas que
en la mar y en.los demás elementos se habían visto.
De Rímac y de las otras partes le trujeron respuestas
escuras y confusas, que ni dejaban de prometer
algún bien ni dejaban de amenazar mucho mal;
y los más de los hechiceros daban malos agüeros,
con que todo el Imperio estaba temeroso de alguna
grande adversidad; mas como en los primeros tres
o cuatro años no hubiese alguna de las que temían,
volvieron a su antigua quietud, y en ella vivieron
algunos años, hasta la muerte de Huayna Cápac.
La relación de los pronósticos que hemos dicho,
demás de la fama común que hay dellos por todo
45