Libro Nono
Capítulo XXXVIII
Algunos de la sangre real escaparon de la crueldad de
Atahuallpa
A
LGUNOS SE ESCAPARON DE
aquella crueldad, unos que
no vinieron a su poder y otros que la mesma
gente de Atahuallpa, de lástima de ver perecer la
sangre que ellos tenían por divina, cansados ya de
ver tan fiera carniceria, dieron lugar a que se salie–
sen del cercado en que los tenían, y ellos mismos
los echaban fuera, quitándoles los vestidos reales
y poniéndoles otros de la gente común, porque
no los conociesen; que, como queda dicho, en
la estofa del vestido conocían la calidad del que
lo traía. Todos los que así faltaron fueron niños y
niñas, muchachos y
muchachas de diez y
once años abajo; una
dellas fue mi madre
y un hermano suyo
llamado Don Fran–
cisco Huallpa Túpac
Inca Yupanqui, que
yo conocí, que des–
pués que estoy en
España me ha escri–
to; y de la relación
que muchas veces
les oí es todo lo que
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