aquel Imperio, la dieron en particular dos capitanes
de la guarda de Huayna Cápac, que cada uno dellos
llegó a tener más de ochenta años; ambos se bau–
tizaron; el más antiguo se llamó Don Juan Pechuta;
tomó por sobrenombre el nombre que tenía antes
del bautismo, como lo han hecho todos los indios
generalmente; el otro se llamaba Chauca Rimachi;
el nombre cristiano ha borrado de la
memoria el olvido. Estos capitanes,
cuando contaban estos pronósticos
y los sucesos de aquellos tiempos, se
derretían en lágrimas llorando, que era
menester divertirles de la plática, para
que dejasen de llorar; el testamento
y la muerte de Huayna Cápac, y todo
lo demás que después della sucedió,
diremos de relación de aquel Inca vie–
jo que había nombre Cusí Huallpa, y
mucha parte dello, particularmente las crueldades
que Atahuallpa en los de la sangre real hizo, diré de
relación de mi madre y de un hermano suyo, que se
llamó Don Fernando Huallpa Túpac Inca Yupanqui,
que entonces eran niños de menos de diez años
y se hallaron en la furia dellas dos años y medio
que duraron, hasta que los españoles entraron en
la tierra; y en su lugar diremos cómo se escaparon
ellos y los pocos que de aquella sangre escaparon
de la muerte que Atahuallpa les daba, que fue por
beneficio de los mismos enemigos.
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