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inspirar a Campanella y su

Ciudad del sol,

a Rousseau, a la

modernidad de los europeos.

En resumidas cuentas, renacentista, providencialista o

platónico, este solo enunciado de escuelas filosóficas en el

amanecer de la modernidad -y poco cuenta entonces si

intentaba refutar a Gómara- es intentar ensayar otra cosa:

la reglobalización de

Los Comentarios Reales.

¿No ha dicho

Croce que toda historia es una historia contemporánea?

Vivimos una mundialización del saber. Y se revierten los

términos usuales para interpretar sociedades y civilizaciones.

A tal edad, tal historia. Nada puede verse aisladamente. Para

situar esa nueva perspectiva (y como decía José Ortega y

Gasset, todo es cuestión de perspectiva) es preciso algunas

puntualizaciones. La primera, hasta el siglo XVI, hasta los

grandes descubrimientos, la humanidad no pudo estable–

cer una idea común. Pero a partir de

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el mundo deja de

ser un amasijo de civilizaciones y culturas. Desde entonces,

desde el XVI, hay un continuo proceso de roces, conquis–

tas, prestaciones y contraprestaciones, que no ha cesado.

Vivimos acaso por vez primera, una historia mundial, la de

todos los hombres, lo dijo Octavio Paz.

La segunda idea es la que llamaré el principio Bourricaud.

Sostenía -aquel profesor que nos conoció y describió de

manera tan inteligente, humana e irónica- que toda socie–

dad por más hermética e introvertida que parezca, en todas

existe, clara o no, la idea de lo universal.

1

º

Y en ese sentido,

en algún momento, se tornan modernas. Si esto es así, no

podemos resistirnos a una nueva lectura del Inca. De acuerdo

con nuestro tiempo de globalización masiva. Hemos visto

cómo lucha por su reconocimiento. Su paradoja es que a

través de la adquisición de la cultura de los dominadores es

como se emancipa. ¿No es acaso su castellano el del Siglo de

oro español? Por lo demás, es un precursor. Quiero decir, que

en esa mañana del mundo moderno, es sujeto transnacional,

como ocurrirá con otros en los siglos venideros (Olavide, Pra–

da). Es escritor y pensador de «identidades múltiples», esas

que ahora, en nuestro días, resultan cada vez más frecuentes.

No podemos por eso seguir encerrándolo en concepciones

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