de los Reyes crecieron tanto las primeras escarolas
y espinacas que sembraron, que apenas alcanzaba
un hombre con la mano los pimpollos dellas; y se
cerraron tanto que no podía hender un caballo por
ellas; la monstruosidad en grandeza y abundancia
que algunas legumbres y mieses a los principios
sacaron fue increíble. El trigo en muchas partes
acudió a los principios a trecientas hanegas, y a
más, por hanega de sembradura.