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Fue ento nce que empecé a buscar lo que era mío, lo que

era mi raí z. «Ten go que vo lve r a mi mundo , esto no me

pertenece», me díje. Escuchaba radio Agrícultura desde las ocho

de la mañana, quería co nocer a Perlita de Huaral, quería conocer

a Alicia Delgado. Comencé a preguntar dó nde qued aban los

locales, fu e as í qu e e n el Hu a ll abamba co n ocí a Jo hnny

C ampos, a E the r Suárez, a Elba Giró n . En esa épo ca los

evento comenzaban a la una de la tarde y terminaban a la

ocho, diez d e la noche. Aho ra e muy dí tinto. Fue en lo

concierto que me hice amiga de Johnny, ento nce un d ía le

dije que cantaba y él me dij o: •A ver, canta», recuerdo que le

canté una canció n de Perlita de Huaral y me dij o •No e tá

mal, se puede educar

tu

voz». Fue ahí q ue me invitó a er parte

de u grupo, recuerdo que éramos tre chica : lri Flo re , Mary

Guerrero y Dina. Tenía 16 años y, poco a p co, fu e educando

mi voz, de ahí tuve mi hijo, lo que me tuvo alejad a un tiempo

de lo e cenari os y recién a lo 20 año pude hacer mi p rimera

producció n .

E a producción e llamó Mi

tesoro,

que grabé con Elmer

Je ús. Ha ta ahora grabo con él, ya vamos 18 año

trabajando

junto . Elme r, q u e e de C hurín , ti e n e e l e til o de lo

chancayano y yo tengo el e tilo de Huánuco a emejado con

Lima. Ento nce

e hizo una mezcla muy bonita, una mezcla

que no lo va a escuchar en el huayno de otros arti ta : e un

es til o úni co. Yo a mi e t ilo lo co n id ero como «hu ay no

romántico», no «huayno pop romántico», ni •pop

«.

Mi e tilo

fue influenciado también por la movida de Lima, que en esa

época e t aba repre en tad a po r lo

a rti ta d e Prodi ar. La

hi to ria con Prod i ar comenzó con una denuncia: yo estaba

en un evento y una eñora q ue también e llamaba Dina me

denunció d iciéndome q ue yo no m

llamaba D ina y q ue ella

era la máxima e trella de Prod i ar y que no podía eguir u ando

u nomb re. En realidad , e a eñora me hizo un favor, porque

me entró la curio idad por aber qué era Prodi ar y a í comencé

a bu car lo eventos de u ca ra ana.

Así un d ía, un domingo recuerdo, llegué a lo P rtale de

Huallabamba y me encontré con la e trella de Prodi ar: Dori

Fe rrer, Dougla Bu itró n ,

ó imo Sacramento y Elmer de la

C ruz. El evento ya e taba terminando y e taban ahí tomando

en una banquita cerca de la entrada. Yo e taba con do amiga

y me acerqué para conver ar con ello . Recuerdo que Elmer,

todo enamo rad o r, e ace rcó a

o nve r ar con no o tras. En

realidad , yo tenía la curios idad po r aber quién era la señora

que me hab ía denunciado. En realidad , ella no era estrella

principal como habí a d icho,

implemente una más d e la

empr e a. La

es tre ll a

e ra n Elme r d e la Cru z, Só imo

Sacramento, Danny Mendoza y Dori Ferrer, y de ahí venían

Javier Do lo res, Stalim , Jo elito,

o litari o de Tan a, Ali cia

Guardia.

Yo quería pertenecer a la empr a de Prodi ar, luché mucho

para e o. Alred ed o r de 1992 conocí a Bachi G amar ra, el

VISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO

y

fo lklóricos andinos sufrieron en sus lugares

de origen

el

impacto de los medios de

difusión masiva sino hasta mediados del

presente siglo. Debió

ser muy

escasa la

penetración

del fonógrafo, del cine

y

de la

radiodifusión en los

sectores

más

populares

de la sierra, tanto por razones

técnicas

como

por las

económicas.

Los bajos ingresos

monetarios

y

la falca de

electrificación

de

las zonas rurales son factores que

empezarán a ser superados cuando

se

extiendan los hábiros urbanos de consumo

y

se conviertan en estímulo para adquirir

es tos

artefacto

.

Por otra

parte, la

introducción de

los trans istores

y

la

aparición de

los

radios

y

tocadiscos

portátiles permitirán

después de

1950

vencer

los

límites

de la fa lta de electricidad

en el campo.

Sólo

a algunas capitales

departamentales

y

a las ciHdades más

grandes debió llegar

en

las primeras

décadas del siglo la

novedad

y

los efectos

de los medios modernos de difusión .

A

pesar de

ciertos

cambios atribuibles

a la modernización e introducción del

comercio, como

la aparición de autoría

conocida

en

la

canción

popular andina

en

algunas zonas de la sierra (ArgHedas

1940),

la producción mHsical

tradicional

de los

sectores

populares de la sierra

no

'

fue desplazada por las modas foráneas

o

por el consumo del fonógrafo. Hasta en

las zonas más desarrolladas,

como

los

nricleos mineros

de la

región

central,

no

se

conocía

este medio de difusión antes de la

década

de

193 0 .

Los trabajadores

mineros

siguieron recurriendo

a la canción

popHlar andina (huaynos y mulizas) para

expresar

incluso

ms experiencias

en

la

proletarización (Cf

Bonilla

1974: 28-32),

aunque su difusión fHera a

veces

por

medios

impresos (cancioneros

y

hojas

volantes) y sus aHtores se pudieran

individualizar

y

hacerse también muy

conocidos.

Solamente en

los

sectores

de

las clases altas,

en

los hacendados y en las

aristocracias locales, la música

norte–

america na reemplazó , a través

de l

fonógrafo, a los

géneros

tradicionales en

sus fiestas

y

reuniones sociales. Arguedas

( 1958)

ilustra

este

proceso para el caso

de

Huamanga.

De este modo, los

medios

de

difusión

no

alcanzaron a la mayoría de

la población, a diferencia de

lo

q11e se

observó

en

Lima durante esas décadas.

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