habland
d
la oferta rápida y pobr t na del re taurantito al
lado de un mer ad illo de ha e decenio . Propon n gusto ,
lugare d di er i · n, di oteca en Lo Oli o ; e infinidad de
CD mu ica le . No e
o lo
ferta omercial, es otra lógica
cu ltural. Re ulta, pues, para d ci ri o en illamente, que el
imaoinari cho lo ende. Y n
ol
n el extranjero. Y no olo
a 1
cho!
hij o o nieto de pro inciano . En urna, la
producci · n ch la e vincula de una d ble mane ra con la
realidad. Por una parte, com
pr ducción artí tica d
taller y
calle. Por la otra, con el mercad
d
arte, c n la
tenden ia
del gu to, con 1
e paci
de la ciudad , como 1 re alean d de
arquitecto a p iquiatra .
En egundo lugar, eliminando faci lidade , hay que decir
que tampoco e tamo ante una vanguardia; com
la de la
literatura c
tumbri
ta
andina le lo año treinta o la pintura
indiani ta, de
aboga l a
amilo Bla o Juli a
odesi no.
an te la reproducción cansina del
iejo arte anado.
i ante lo
eran naci nal in aduana: ahí e tá el ca
del r
k andino, que
no niega l exterior, ino que lo canibaliza. Volveré obre esta
metá~
ra.
Es
tiempo, pu
, de preguntar e si la
ultura h la,
ch icha y
tras manife tacione culturale , on también e a
•cultura híbrida • para u ar la categoría pue ta en circulación
po r
é tor Ga rcía
anclini.
¡
on e
cru e ine perado,
ambi alente de lo p pula r y lo ma ivo emergent
?
A García
Canclini hay que agradecerle ari o aporte . Pero también
eñalar algunos di tingo .
Le
debem
, com
e abe, 1percibir
lo
problema
cu lturale
de la
gra nd e mega lópo li
latinoamericana de de 1 pri ma de la
ingu laridad histórica.
Canclini , en efecto, comienza a de arrollar una metodología
propia al aceptar el va io teórico de Mar
obre la cultu ra, y a
lo que la reduj ero n, en t do ca
us hereder
, en una
de afortuna lectura, c mo reflejo y upere rructura. En cambio,
Cancli ni acud a la interdi ciplina, a la semiótica, el p icoánali i
y a la o iol gía de la cultura, ap yándo e n
ram ci, y en
Bourdieu. Má claramente, divorcia la
temática da i ta del
problema de que es lo que e •popular». En fin, García
ha siclo uno de 1
primero en reacci nar ante las antinomias
del bien cultural como apropia ión burgue a en una época
como la nue tra, d nde lo «mu eo
reciben millone de
visitante , la
bra
literari a
clá ica
e vend e n en lo
upermercad s y lo
film
e convierten en
ide
•.
6
La redefinición de 1 p pular en América Latina lo lleva a
Canclini a una
tegorización que merece t da nue tra atenci · n:
«Conglomerado heterogéneo multit mporale , gestado por
tradiciones y memoria di
r a y de iguales, modernidade
múltiple e innovacion
trunca •.
on todo, lo popular de
García Canclini como •conglomerado heterogén o de grupos
ociales•, no tiene un entid o inequi
co como pide t da
ciencia para un concepto, incluyendo la impreci a ciencia
nuestra , la ciencia
ocia le . Lo popular, por u espe ta–
cu laridad, parece reclamar otro
lenguaje de explicación. Me
atre ería a decir que lo cultural comienza a cambiar de entido
VISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO
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