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que la inflamacion, en todos sus cns()s,
dehe curarse con
estímulos? Es indudable, por
cjentplo,
que
el
paüquimagogo
ha. curado
cliserilfrrfas
que
no
halrian
podido
·vencer ni efmé¡¡,.
todo estricto antiflojístico, ni el
astrino·eríte;
ni el
mercu–
rial (
§).
¿Diremos por esto que
elpm~quhnagogo
es el re.
medio de
fa
disenteria?
Nos atrevemos
á
asentar una proposicion algo
para–
dójica,
y
esta es,
(]Ue
no
hay
quizá' ninguna suhstanda.que
no
pueda ser mas 6
ménosúül,
seguw
el
vario
rnodo
de admi–
nistrarla,
y
los individuos áquienes se admin"istrn, en alguno
de.
los
esta-dos morbosos
que se
sucedenen'ütiala.rga
y
com•
phcada
enfermedad
cualquiera
que ella
sea. Es
por
esto
que no
hay sistema
quo no
álcgue
su esperiencia, ni charla·–
tan que no
proclame sus
milagros
(§§).
(§)
Pudierarnos referir varios Pjemplos de
esla
especie, ob–
servados por nosotros en Buenos Ayres, d01tde es grande · el
abuso que se hace delpanquimagogo.
Nosconu:ntarettios aqui
eon eita1· el caso de nzwstro buen amigo
el
Br.
D:.
Jt!la'nitel
de
la Cruz :hfendez, Boliviano, actualmente en ·Lima. ·
llallándoss
este caballero al borde del 8epulcro, en
1835,
por una
grave
disenteria, que despues de haberlo ajl(iido
largo
tiempo
m
el
Pnú le
acometió con
mas
obsfrnacion ygravedaden Santiago
de Chile, desengañado ace1·ca. de los remedios mas comunes,
y
del ca!omelano de que se le habia administrado una cantidad
poco comun, halló en el
panquimagog-o,
cuyo uso timimos no–
sotros en aquella ocasion
d
buen .-;entido de no clesaprobur,
una vida que muchos llamarian milagrosa,
y
una salud casi
completa de que está gozando todavia.
Atacado en seguida
por una erupcion al cuero cabelludo, la que nosotros hemos con.
siderado como una. revulsion espontánea de
la
antigua injla–
macion gastro-inLesti.nol, ha debido
á
su fino juicio
y
á
nues·
tros
cons~jos,
el no haber cerlulo
á
las 'insinuaciones de algunos
incnnsülerados que, )u-:;gando su mal de naturafoza vene·rea,
le han aconsejarlo el uso del mercurio.
Parece que el destino
armado con
este
1,eneno,
no cesa rfo
perseguir
al
J)r.
ftfendez.
(§§)
Bn una conuersacion que tuvimos, no haf'e rnudio, con
uno tle lo.<; principales facultativos de esta capital
(el
Dr.
R.)
sobre el abuso del calomelano, habitmdo este disting1údo profe–
sor alegado en fa'uor de su administracion en varias enferme·
darles los
hechos,
como se sude de un modo vago
y
jeneral, nos
wmamos la libertad de ltu.cerle reflexionar, que
e8
verdad que