:m
~
fodicacion <le
evacuar
los inJestirws en el ses:m1<lo perio(lo
de la disenteria.
Para que
e:0;10 Sí a
exacto, debe
suponerse
que la inflamaciou
inlcsiinal
en uqrwl periodo se halle casi de
un todo
rcsU<;\lta,
y
que los :-:írHomas que persisten
:::-ean
casi
todos de uu earaewr
ncrvi!1:)0;
6 que
el
estado
inflamatorio
no sea do
aquella
esw cie,
qn•.
no
podemos definir
aunque
no dudnmos de su
exii,t.e1ieia,
q11e
es capaz de ceder
bnjo
el
uso de los
cstirnulos.
Enton(·es
el
calornelano será
doble–
mente útil. Mas
estas circunstancias
no
se
descuhren siem·
pre
á
los
ojos
de 1
práci
it·o;
y
he
aquí
la
razon porque
aun
Jos mas inst1·11idos
tienen sus
reveses, no
sabiendo preferir, en
los
casos
dudoso::.:,
á
una
medieina
siempre activa
y
empren–
dedora un método
1nas
circunspecto.
En las disenteriaf.: que han durado mucho
tiempo,
y
que
no ceden ni
á
los medios higiénicos, ni al método
revulsivo,
se
puede usar el calomelano en
pequeñas
dó:'!is (v.
pag . 2~).
Pudiéramos
citar para
comprobarlo
mas de
un
ejemplo,
sa–
c:ado de nuestra nhsma práctica.
En fin, dcherian
contradecirse
todosJos principios,
y
nega1·
la
existencia
de muchísimos hechos que lo
demuestl'an
ele un modo inconteslahle, parn afirmar que la salivacion
mercurial
no es una de las revulsiones con que puede ter–
minarse la
dis•·nteria.
No
diremos
por
esto
(1ue para
obtc·
ner
cstn,
r1'\'t.dsion, no sean
pr<1fcrible:• las
fricciones
al
uso
interno del
calome!ano;
ni que exrílún<lola prematuramente,
no pueda causarse mucho tfoño. Hemos observado al con–
trarío varios
<'tH~os
de disenteria
en que
el uso del
mercurio
prolon!!ado hasta
irritar
las
glúndulas salivares
lmsido
causa.
de Ja
rntwrtH;
y
cslantos convencidos de que en casos
.sen1e–
jantes 6 se ha hecho uso del mereurio iutcriormente con
demasiada
imprudencia,
ó
ha sido intempestiva la adminis–
trucion
do este
rt:medio.
Estos son, en
nuvslro
modo de ver, Jos casos mas ordi–
narios de
1.li~enteria
en que puede ser
útil
administrar el
ca.
lomclano. Mas,
mi
todus
las enfermedades
hay
casos
de
mu1·hbima
g-rnvedad,
t·n que,
dcspues de h:ther
mrndo c·on
éxi!o i11feiiz: los
remfldios
11u1R
racionales,
el
médico verda–
deramente digno de este nomhrn, tan modesío con
i·dacion
á
sus teorías como animoso eon respe('to
á
su
prá<>lica, no
pudiendo
rcsolvcr~e
á
al1a11donar
al enf1,nno mientras
i;:e
deja
ver
todavia en
su
favor
un rayo de esperanza, no
dedc.ña~har
mano de cualquier
n:medio 1;,;mpírico,
aunque
muy
in
4
~
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