27
eEtr.rita
con;gracia
y
pureza ;de estilo,
y
de
brillar
por unit
sátira muy fina
y
verdaderamente luciancsea que deja muy
atrás
la grosera chocarre
ria
de
su
orgulloso
y
desatc~nto
adversario. Sin embargo, al mismo tieinpo
(]UC
nos hacemos
un <leber de
tributar
al
Dr. Val des estos elogios,
y
con
tanto mas gusto cuanto mas
han
sido merecidos,
nos vemos
en la ohligacion de clirijirJe
algunas c ríticas;
lo que
hare·
rnos con
ac1uella
franqueza
que honra igualmente á
quien
dice Ja verdad, que á <¡uien sabe.
oirla.
El ohjeto
que
tubo
et
Dr. Valdes revelando al público
el
resultado
y
el r.aracter de
los
exámenes que
dieron,
hace
años, los señores Y.
y
M. para que pudiesen ser
incorpora.
dos en la facultad, no
fué
otro mas, segun parece,
que
afürdir
un nuevo argument.o á los
que militaban
Ein
favor
de
Ja pro–
hihicion
del calomelanri.
Hallándose
entre Jos que
lo
ad•
ministraban con dcmasia dos facultativos,
que, en su <.'On–
cepto
hahian
dado pruebas de poco saber·en medicina,
y
que
por consiguiente no merecían la confianza
del
público, rio
se podía poner en duda
la necesidad de aquella medida.
l~istamos
muy
lejos de <1uerer
suhscribir
á
la
sentencia pro–
nunciada por el
Dr.
Valdes sobre el mérito de los
señores
Y.
y
.M.
.Mas, suponiendo aun inatacable el fallo
del
Pro ..
tomédieo, ¿como no saltó
á
sus ojos que miéntras por
un
lado
justificaba
con él la
medida
del
tribuna],
lo
esponia
por el otro á una mas grave reconvencion,
lHLhiendo
reci·
bido en
In
facultad, segun
él lo
afirma, por
gracia
á
los que
solo debían haberlo sido por just.icia? Y en fin, queriendo
eer justo
y
consecuente al mismo tiempo, ¿no dehia el Pro–
tomédico antes bien suspender de) ejercicio de su profesion
á
dos 6 mas médicos que en su modo de ver no fuesen
bastanteme nte aptos para practicarla, que coartar Ju libertad
de todos, con injuria evidente del mayor número?
Por lo que hace al fondo de la cuestion, acerca de) uso
del calomelano en la disenteria, nos parece que el Dr. Val–
des, deelarandose de un modo absoluto en su contra, ha caí–
do en una contradiccion, que solo puede
justific~rse
por
la
necesidad en
CJl~C
se pudo ercer de contrarestar por un lado
con un exceso inocente el exceso perjudicial al que se
corria por el Jade opuesto.
Si no debía administrarse mm–
cn el calomelano en la
disenteria,
¿por qué mandar que se
discutiese en junl:t de médicos si debía
administrars<~1
Y
si podia ser útil que
se hiciesen estas juntas, ¿por qué sos ·