Discurso
II.
las ,
y
hachas
a
un territorio de un cierto Can–
~iiano
,
y
alli
foe
sepultado (
1).
No podemos
persuadirnos que solo la noche di6 moti vo
a
es–
tas luces , .como sl!lcedia con las que se ponian -
e.n las christia:nas asambleas ; porque el Autor
de la vida de
S.
Cipriano pone las luces como
parte de la religiosa pompa con que
foe
su
cuerpo conducido.
3
2
Es en esto bastante notable
Io
que
S.
Geronimo, que viv.i6 en el quinto siglo,
dice escribiendo contra Vigilancio.
Impug–
naba este el culto de las reliquias de los
Martires como idolatrico ,
y
no menos en–
cender cirios en sus sepulcros , contra quien
S.
Geronimo, armado del zelo que le era pro–
pio ' dice ,en quanto
al
particular
de las
cirios:
Es
una calumnia el
afirmar que nosotros encen–
damos cirios
a
medio dia : si lo executan al–
gunos seculares por ignorancia,
y
simplicidad
i
que .
dafio en esto te hacen? Recibiran la re–
compensa segun su fe , como aquella muger,
que sin
ne~esi~ad
ofreci6 perfumes
a
J
es.u Chris..
to.
' (1)
Ejus corpus propter Gentilium curiositatem in proximo
positurn est. lode per noctem sublatum curn cereis ,
&
scho~
lacibus ad areas Macrobii Candidiani Procuratoris cum voto
&
triumpho magno deductum est,
Pont.
fo
vita Ciprian.