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Discurso IV.
sideraban tambien en el gobierno del Univer–
so alguna pena ,
y
trabajo :
¿y
cómo no la con–
siderarían , midie1~do sin penetrar suficiente–
mente en los infinitos ensanches de la sabidu~·
ría,
y
poder divino , las obras
del
Altísimo con
las humanas operaciones? Como entendían que
ningun
discurso grande , ninguna corporal ope~
racion se hace sin
fatiga ,
así
concebían proce–
día ,en el gobierno
del
Universo. Se persuadían,
que esta gran obra no podía executarse sin un
discurso ,
y
artificio infinito ;
y
queriendo evi..
tar de un ser del todo felíz , como considera-
,
,han
el di
vino , todo afan ,
y
trabajo , aplicaron
á
criaturas inferiores; esto es ,
á
los Angeles
este gobierno , en el
que
procediendo por
sí
n1ismos ,
y
segun sus particulares inclinacio-.
nes , fuesen causa de quanto bueno,
y
malo su–
ceqia en el mundo , exento el Sumo Dios
de
.
.
.
.
,
· estos m1ra1n1entos , como contrarios
a
una so-
segada
felicidad, de
que gozaba
en las
supre-
1nas
alturas , todo rodeado de su Celestial Corte.
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5
Es
bien
comun entre los Christianos
señalar Angeles m.otores
á
los astros , como
á
otras acciones
del
Universo; pero esto sin negar
que pueda todo moverse con sofo las leyes im–
presas
por
el Soberano
mo.tor ; ni
menos
con-
s1-