1,
39
En otra ocasion dixeron :
¿
Que
baremos con estos hombres
~porque
el
milagro que acaban de hacer es pUbti-
!ªº~~
o. Todo J-e r usal
en
es teJtigo
'y
no
lo
•
I
•
adremos
negar.
La respuesta natu·
ral
era :
Es
necesario
creer. Pero
al mismo tiempo decian entre si:
i
reemos , nada seremos;
y a
esto no se podian
resolver.
Aqni
exclaman
los
incredulos:
i
En
que
consiste , que no ha creí–
º
todo el mundo , haviendo visto
tantos, y
tan
grandes
milagros~
llos no conocen el
apego
del
11ornbre
á
SUS
sentidos ,
y a
las
CO-e
, s ue
1
lisonjean ,
y
aplacen,
del
la se
sigue un
descuido asombro..
o
de
la
salvacion.
De
esto provie-
e el no aplicarse ni
a
saber ' ni
a
ªnforrnarse
de lo que es relativo
a
la
vida
eterna : de
aquí
el aturdir–
e ,
y
atolondrarse ellos mismos,
ra no
creer,
ni
aun
dudar : te..
·e do , que si por ventura
creen
a
.,
dade .
eternas , se
han
de
vér
r
ado
aren
ociar todo
lo que
aman,
IV4>