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ro , se
convertirian muchos
Judios.
Lazaro
havia resucitado delante
de
todo
el
mundo ,
casi á las puer-–
tas de Jerusalén,
y
estando
presen..
tes
todos
los que havian
concurri...
do
a
bln
d-uel0
tan
considerable.
Muchos crey1e1on,
dice el Evangelis–
ta. Esto
era
un <tfeéto natural
de
tan
gra.tlde,
milagro. Pero otros,
que sabian el odio con
que abor–
recian
a
J
esu-Christo
los Pontifi·
ees,
y
Fariseos.. ,
les
fueron
a
contar
- lo que
havi-ari
visto. Con esta
no–
ticia
jnnta11ou SU·
consejo,
y
la
re.,
solucion que
tqmaron en
el '
fue
muy
estraña.
Este Hombre hace mu–
chos milagros.
No niegan el hecho,
porque era público ,
y
n1anifiesto.
~
Que
haremos?
La
respuesta
era
fa–
cil : Creer en
e.l.
Pero su
avaricia,
su falso z
1
elo , su hypocresia , su
amb1.ciom , su
deseo
de dC>minar las
conciencias
los cegaba. En este
·
~stado
podían
creer :
pero
mas qui–
sieron
resistir
a
Dios,
que renun•
ciar
a
su
dominacion titanicao
E