24;.
a ic
lar
al
bien
comun :
y
esto ·
h'
ta cierto termino es
muy
justo,–
y
r dente.
Es necesario qt'e
un
hombre
muera por
el
Pueblo.
Daba
entender, que
era permitido
con-
"'
,,,
.
e ar a muerte a un inocente , so-
c or
del bien
ptí.blico ,
lo
qual
jatn
!\
es
permitido. Porque al
r rio , la sangre inocente
pide
· igalí za contra los que
la
derra-
an.
La
mayor habilidad de los
po–
liticos es dár buenos coloridos,
y
rete tos a su malos ,
y
perversos
s·
g
1
ios. No ha
y
pretexto mas
cioso , que
el
bien
publico :
y
te es el que proponen los Ponti–
ce
,
y
sus llegados. Pero Dios
lo~
o u de :
su
política
arruina e
er plo,
la
Ciudad ,
y
la Nacion,
·enes
retextaban querer sal-
. y
Jesu-Chri to les dice :
Vues–
ws
setYrn
abandonadas:
vuestros
uf
Í>
'n
l
pena de
vuestt·a
ini-
~at~·~
11
l
n
.d.
o o perecera por los Ro-
·
3
a
tüe es
pretendeis
agra~
Q
3
Sin