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LAS FIESTAS DE
LA
UNioN
(De
El Ferro-carril- Mayo
3)
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T uvieron lugar como estaban anunciadas en los dias y noches del 28, 29
y 30 del pasado Abril. E l pueblo se encontraba con cinco cuadras de las de¡
18 de J ulio vistosamente engalanadas con
Jos colores patrios, bandeias de
todas las naciones, gallardetes, guirnaldas de laurel y faroles de vários colo·
res. En la boca•calle de la de L arravide se ostentaba un gran palco con la
inscripcion del articulo
1°
del Convenio de P az.
E l pueblo todo embandera–
do é iluminado en las noches.
, E l D omingo 28 á la una tuvo lugar un gran
Te-Deum
en la I glesia de
Sau Agustin,
cantado por el Sr. Obispo, Monseñor Estrázulas (y el
señor
Yeregui, Cura de la Matriz.
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La orquesta era magnífica y los cantores de primer órden.
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E l templo se encontraba lleno de fieles de ambos sexos.
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Asistieron el Sr. General en J efe de E stado Mayor General D. Felipe
Fraga, en representacion del Gobierno; el Sr. Secretario de la Legacion Ar·
gentina, en representacion del Sr. Cónsul V illegas; el Sr. Coronel argentino
D . Emilio V idal; la Comision de F iestas;
las autoridades del pueblo,
etc.
etc., y los niños de las escuelas con sus estandartes y bandas
r~spectivas.
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L a hermosa banda del batallon
Urbano
hacia oir de cuando en cuando
sus acordes en la puerta del templo.
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Terminado
el
Te-Deum
la concurrencia
se dirigió
al
salon del hotel
Venedano,
donde estaba preparado un abumdan te refresco.
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E l Coronel D . J uan M. de la Sierra, Presidente de la Comision de fes .
tejos, abrió el acto con el siguiente di curso, que debemos á la bondad de
un amigo que se lo pidió en esos momentos con el objeto de lltnar nuestro
cometido.
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Helo aquí:
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Señores:
Acabamos de dar gracias al T odopoderoso, por el bien inmenso que nos
ha di pen ado dándonos
la paz, y permitiéndonos en este dia
festejar ese
hech o grandioso y precursor de grandes bienes para Ja patria comun.
>
Que de hoy en adelante, el honor, la honradez y la justicia sean la base
del compromiso celebrado el 9 del corriente mes.
• Que el mundo
se convenza, que
los Orientales aun pueden hacer una
gran nacion, r ica y feliz por la union de sus hijos.
>
Que
la igualdad no
ea en adelan te una quimera, sino una realidad, que
no
sea la
igualdad 11ltra-revol11cio11aria,
que exige Ja igual reparticion de
fortunas, ordena la desobediencia
á
los Gobiernos y que bajo el frívolo pre·
testo de una
igualdad
natural entre
los hombres,
prescribe
la
insolencia,
autoriza la injuria y st: precipita en fi n, en todos los desórdenes, en la anar.
quia; no seflores. L ej os de nosotros desear semejante igualdad que se establece
en medio de los
tumultos del saqueo y de la carniceria entre hermanos, que-