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de nuestro suelo. Tambien los niños tenemos un corazon generoso que
late
entusiasta en este solemne dia, y por lo mismo yo quiero, señores, festejar
como me lo permiten mis débiles fuerzas, el fausto acontecimiento que ha
traído la paz entre los Orientales.
• No pretendo sorprenderos con un pomposo discurso, puesto que todavia
carezco de conocimientos, pero voy á llamaros la atencion sobre los millares
de niños que pueblan nuestra fértil campaña que carecen de la benéfica ins·
truccion que se nos prodiga á nosotros, Cládsela, y mas tarde, los hareis bue·
nos ciudadanos.
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A vosotros mis queridos condicipulos me dirijo: roguemos á nuestros pa–
dres, roguemos á nuestros L egisladores sean infatigables en llevar á nuestros
jovenes hermanos de la campaña el pan de la instruccion que les pertenece.
• ¡Habitantes de Montevideo! Llevad la educacion á esos niños y tendreis
en ellos los mas firmes sostenedores de esta misma paz que tan fervorosamen·
te festejamos. Niños hoy, ciudadanos mañana ¿que se puede esperar de un
pueblo sin educacion?
" Instruidlos por igual, puesto que hermanos somos; si lucha hay, será
lu–
cha de inteligencia, concluy;mdo la de hierro fratricida que nos arrebata tantas
vidas preciosas.
" Entonces, convertidos los aceros en instrumentos de labranza y produc·
cion, vereis florecer vuestras fértiles campiñas y tomar creces nuestro comercio
cesando para siempre el estampido del ca!lon, que si alguna vez tronase será
para anunciar al mundo, el triunfo de las ideas civilizadoras sobre la igno–
rancia.
" Y
vosotros colegiales que me escuchais, prometed ante esta reunion con·
movida, que imitaremos siempre á W ashington, Rivadavia, Larrañaga y otros
pensadores ilustres, pero jamas á los Césares, y decir con toda vuestra alma–
como lo repito yo:
" ¡Gloria á Dios!
" ¡Salud y paz á nuestra patria!
" ¡Instruccíon al pueblo!
" He dicho.
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• Le síguió el ni ño Francisco Borria, recitando conmovido una composi–
cion poético-histórica á los Treinta y Tres patriotas, que tanto por su
estension como por hallarse impresa en el Catecismo Histórico de la R epú–
blica, no Ja reproducimos.
" Concluida esta el Sr. German Fassauer dirijió á los niños sentidas, pa·
trióticas y oportunas palabras.
" El Sr. De Maria, como I nspector de Escuelas despidió de allí- desde el
pié de la Estátua de la Libertad-á aquella tieJDa
y
numerosa reunion de ni–
il.osrepresentantes de la generacion del porvenir, congregada ese dia para fes–
tejar la paz de la República, dirijiéndoles con tal motivo algunas palabras
análogas al acontecimien to feliz que se celebraba, y con las cuales terminé
aquella parte de demostraciones del
re~ocij0
público, en las simpáticas fiesta5
de
la
paz."