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nes y equipos que habian sido despachadas de Montevideo por
la casa de D. José Curbelo y Cª.; pero ésta no fué una gran
pérdida para los revolucionarios que ya le sobraban elementos
y dinero, pues todos los hombres de fortuna del partido nacio–
nal, que no son pocos, los protegian abiertamente, justificándo–
se por esta circunstancia la noticia que el 20 de Julio daba un
diario de Montevideo en estos términos, trascribiendo una
carta que le dirigian desde el Salto:
«
Las últimas noticias que tenemos de Aparicio son las recibidas ayer tarde
por vecinos llegados de Santa Ana do Libramento. Se hallaba acampado en
las cercanias de este pueblo con una fuerza de
1
ooo hombres; los estaba vis–
tiendo y armando. En las herrerias de Santa Ana se hallaban todos ocupados
en fabricar lanzas. Tenia mucho dinero en moneda papel de los bancos de
esa ciudad y corria mucha moneda de esa en el comercio de Santa Ana. Pro·
bablemente en esa ciudad hay algun comité que le remite dinero y lo tiene al
corriente de cuanto en esa pasa, pues ya sabian la renuncia del Ministro de
Gobierno y las operaciones y fuerzas blancas que campean al Sud del Rio
Negro. Se le habia presentado un brasilero, José Cuello, con 50 hombres que
trajo de San Gabriel y
á
quien Aparicio dió el grado de Coronel. Parte de
los oficiales y gente de Aparicio paseaba por el pueblo de Santa Ana con
divisas blancas y celestes. Las reses qué carneaban y los caballos que toma.
bao, pagaban todo con papel de banco. •
Volvamos ahora á buscar al ejército, que lo hemos dejado en
la batalla de Severino.
Despues de esta batalla se batieron los revolucionarios en
Corralito y Soriano con el General Caraballo, teniendo lugar
antes un pequeño encuentro en Casavalle, departamento de
Montevideo, en la persecucion, que despues de ser persegui–
do, les hizo á su vez el General Suarez; habiéndoseles reunido an–
tes d.e los combates de Corralito y Soriano D. Federico Nin Re–
yes, director político del movimiento revolucionario, General don
Joaquin T. Egaña y los Coroneles Juan Pedro Salvañach, José
Visillac, Gerónimo Guruchaga y Julian Uran, con un número re–
gular de fuerzas y cuatro cañones. Los coroneles Salvañach,
Guruchaga y Visillac venian de recoger lauros en la pelea de
D'olores.
·
D e oriano vinieron los revolucionarios
á
poner sitio á Ja ciu–
dad de Montevideo, sucediéndose aqui infinidad de encuentros,
siendo los mas notables la toma del Cerro y el combate de la
Union. En este sitio, que tambien le dedicaremos un capítulo
especial, se presentaron por cientos Jos voluntarios, organizóse
el ejército debidamente y se establecieron policias en la cam-