CAPÍTULO
III
Invasion del General Medina
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Corria el mes de Agosto de 1870. Habian trascurrido cinco
meses, por consiguiente, desde que invadiera el General Apari–
cio el territorio oriental. Varios hechos de armas, gloriosos todos
para los revolucionarios, se habian efectuado ya, é infinidad de
jefes del Partido Nacional se pronunciaban en la r epública ó
invadian del estrangero. Todos los habitantes del país se preocu–
paban de la revolucion; todas las vistas estaban fijas en ella, pues
contra la opinion de muchos aquel pequeño grupo de valientes
que hiciera flamear en Marzo el pendon de la reaccion armada,
se abria paso por doquier y sus hechos llenaban las aspiraciones
de los mas exigentes.
El valiente General D. Anacleto Medina, apesar de su avan–
zadísima edad, pues
c~ronaba
ya un siglo de existencia y de
haber sido opositor al movimiento revolucionario iniciado, no
pensó en otra cosa desde que éste se efectuó, sino en que debia
ayudar
á
sus correligionarios, aconsejando y exigiendo
á
sus
amigos lo imitaran en su proceder patriótico. Los jefes que lo
rodeaban, Bastarrica, Arrue, Rodriguez y otros pensaban del
mismo modo. Todos sus esfuerzos, pues, convergían en que
era necesario concurrir
á
la patria, para secuiidar los esfuerzos
de los invasores
y
reforzar á la revolucion.