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pretender vadear el rio en pequeñas embarcaciones, que habian
tratado al efecto en vista de que el vapor ofrecido no llegaba,
fueron sorprendidos por el vapor de guerra oriental «Coquimbo>
que vigilaba constantemente estas costas, no quedándoles otro
recurso que ganar una de las tantas islas que pueblan el pinto–
res co Uruguay, y allí, sin comer, metidos en el fango y con un
frio glacial, pasaron dos dias escondidos sin poder desembar–
car en tierra firme. El único alimento que tenian, pero que lo
comian como un manjar esquisito, pues á
buena hambre n o hay
pan
duro,
eran naranjas agrias, cuyos árboles llenan la isla.
Pero al fin, como todo tiene su
término, el 10 de Agos–
to á las 11 de la noche, logran evadirse de la vigilancia
del «Coquimbo» y pasar al territorio oriental, desembarcando
un poco mas arriba del Arenal Grande, en la costa de la
Agraciada, donde se producen escenas conmovedoras entre
los invasores entusiasmados y enternecidos al poder pisar,
despues de larga proscripcion, las playas siempre encantadoras
de la patria.
Como Dios los ayudó, se munieron de caballos en las estan–
cias inmediatas, y despues de despedir los botes en que habian
hecho la travesia, se internaron en el país por el departamento
de Mercedes.
Mientras sucedían estos acontecimientos, el General Emeterio
Pereyra, que se había pronunciado hacía mas de un mes á
favor de la revolucion en el departamento de San José, tenia
reunida una division de caballeria como de 800 hombres, entre
los que se contaban el Coronel Ferrer que se le habia incor–
porado con 200 revolucionarios, y los Coroneles Guillermo
Garcia, Jaime Montoro, Gerónimo Amilivia, José Benitez y los
Comandantes Abalos, Navarro, Juan de Dias Ferreira, Celestino
Chabarria y otros que tambien se habían presentado con gru–
pos mas ó menos importantes.
Estando campado dicho General con su gente en «Herrería
de Villasboas
>
el dia 16 de Agosto, llegó al campamento á las
4 de la tarde el Capitan D. Pablo Lugo con comunicaciones del
General Medina, en que le pedia á aquel jefe tratara de incor–
porársele inmediatamente por el Arroyo Grande para abrir
operaciones contra el enemigo. Púsose en seguida en marcha
la columna de Pereyra y el 19 del mismo mes se reunian los
dos Generales en el Arroyo de la Guardia, campos de don
Juan A. Mendez. El grupo del General Medina se habia agran-