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307 -

ser obstáculo para volver

la paz

y

la concordia á

la familia oriental; pero,

para que eso sea as\,

es indisper.sable

que, al pedirse

y

acordarse, no sea

para cubrir los gastos de la revolucion.

Bajo esa forma

y

para tal fin, S·

E . el Sr. Presidente, no acordará

im

solo peso.

" Lo que se convenga dar, no debe tener destino declarado. El gobierno

lo acuerda

como costo de

la paciji.cacz"on

del país, dejando á los revoluciona·

dos que dén á esos din eros, la aplicacion que mas les convenga.

>

Por esa

y

otras mu ch as razones mas

fáciles

de alcanzar,

creé

S.

E., el

Sr. Presidente que,

tal vez; seria mas convenien te que,

convenida la suma,

se entregase

y

recibiese

sin que figurase en

el convenio de

pacificacion, la

cláusula que le es referente.

• En fin, S. E. el Sr. Presidente, quiere que, al entrar en

e~as

discusiones,

tenga Vd. por regla de conducta, que su propósi to

firme

y

declarado,

es no

hacer á la

rebelz"on

de 1870, encabezada por el Coronel Aparicio, concesion

alguna que pueda traducirse por un triunfo de ella, sobre la autoridad consti–

tuida, contra quien empuñó las armas, desconociendo su le.;:itimidad

y

con el

fin

proclamado, de verificar su derrocamientc>.

>

S. E. el Sr. Presidente h ace un acto de conciencia cívica del deber de

someter esa rebelion, negánJole

y

aun despojándola de todas aquellas adqui–

siciones

y

lauros que pudieran servir de estimulo para otras ulteriores.

>

Al pensar

y

proceder así, S. E. el Sr. Presidente para nada se acuerda

del partido político á que esa rebeli on pertenece.

La juzga

y

combate, pura

y

simplemente,

como rebelion

que ha perturbado el órden y la tranquilidad

pública del pais, derramando, á torrentes, la sangre de sus hijos

y

h ermanos,

llevando la inseguridad á todos

los intereses,

la perturbacion al

trabajo

y

la

rui na á los capitales en nombre de un principio y de un derecbo,-condena·

dos por la razon, la humanidad y Jos primeros

intereses de conservacion de

los Estados que solo viven, se desarrollan

y

engrande.-en á la sombra de lª

seguridad que garanten el vigor de sus leyes

y

la respetabilidad de las auto–

ridades encargadas de hacerlas, aplicarlas

y

ejecutarlas.

>

En una palabra: juzga

y

combate esa rebelion, como juzga

y

combatiría

cualquiera otra de su especie,

de

igual orígen

y

con idénticos propósitos

y

resultados para el país.

>

Si nuestro país tiene urgente

y

vital necesidad, de acabar con ese pasado

revolucionario <¡Ue ha pervertido l as conciencias

y

las creencias, corrompiendo

todos los hábitos

de órden, de obediencia,

subordinacion

y

respeto á la ley

y

los derechos que ella cobija, es preciso - es rigurosamente indispensable-

dar

por punto de partida, á la nueva época que debe sucederle, el triunfo completo

é inequívoco, de la autoridad pública, en su actual contienda con la rebelion,

ya que ella tomó proporciones que ninguna otra tuvo, ni probablemente vol–

verá á tener.

>

Solo asi , podrá el pais conqui lar esa ancha base de tranquilidad

y

esta–

bilidad, sobre que solo pueden exi tir y consolidarse todas esas libertades que

hemos recibido

escritas

de nuestros padres,

y

sin cuyo ejercicio

p,áctico

es