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una salvacion á la crisis Oriental que tan profundamente afecta á
los Rio·
grandenses.
" No se ilusione nuestro Gobierno, adormecido en la
indiferencia de una
diplomacia que en el Rio de la Plata lo que ha hecho siempre es hacernos
representar un tristísimo papel.
" Se acordó en 1864, y el ultimatum Saraiva hizo tronar el cañon en las
selvas del Paraguay, porque nuestras reclamaciones no eran atendidas.
" Hasta hoy, esperamos por la reparacion, por el castigo de los asesinos,
por garantias á los intereses de
los Rio-Grandenses, residen tes en el Estado
Oriental.
" Y nuevas quejas, nuevas reclamaciones se formulan por nuestros estan–
cieros contra blancos
y
colorados.
" Saqueados en sus estancias, atropellados p;¡r los caudillos. asesinados en
sus propios lares, no es posible que dejen de apelar al Gobierno del Impe–
rio, á su protector nato!
" ¿Cuál puede y debe ser E'Sa proteccion?
" Como en el reinado de D. Juan VI, solo la intervencion puede llevar
la paz al Estado Oriental, poner fin á la guerra de los caudillos
y
establecer
un Gobierno legal que ofrezca á todos los estrangeros proteccion y garantias.
" La intervencion en los negocios internos de un pais extrangero, tiene su
justificacion en el derecho público
y
el Brasil no puede ni debe precindir de
intervenir en el Estado Oriental, cuando
40,000
Rio-Grandenses estan allí
completamente
á
merced
de un gobierno de
hecho y de caudillos que se
llaman Muniz y Aparicio,
los bandidos de Yaguaron, que nunca puede el
Brasil reconocer como beligerantes.
" Todo gobierno debe proteccion á sus súbditos, y cuando fuese preciso,
debe hacerla efectiva por la fuerza de las armas, por la coaccion.
'' Los brasileros en el Estado Oriental, no estan bajo la proteccion de las
leyes; antes bien, estas se aplican contra ellos -porque e tan fuera de la ley.
" El gobierno impotente, porque es ilegal, y porque Batlle es la rueda que
se mueve sin norte entre las
fracciones
del partido colorado,
sin accion en
la campaña, deja entregados
á
la saña de los dos contendores á los habitan–
tes y propietarios de las estancias, y
se repiten las depredaciones contra los
brasileros.
" Los peones se ven obligados á tomar las
armas.
Las
caballadas son
arrancadas
á
la fuerza. El ganado
es muerto solo por el placer de concluir
la produccion, y rodeos enteros son llevados para
aladeros poco escrupulosos
-por el buen precio y la 6arantia que
les ofrecen esos
troperos de puñal
al cinto, para quienes la guerra civil es un maná.
" Conociendo todos los males de la situacion,
y
provocado por las quejas
de los Rio-Grandeses, el noble
y
heróico Osorio tentó conciliar
lo
partidos
á fin de que la paz llevase allí de nuevo la tranquilidad
á
los bra ileros.
" El viejo soldado perdió su tiempo,
y
sus consejos y pedidos fueron
á
quebrarse en el ódio de los partidos, en la ambicoin de los caudillos. Aun–
que los Ramirez, almas generosas, há mucho
tiempo pidieron Ja conciliacion