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• A las armas todos, que si yaceis

(in

la quietud irá

á

arrancaros de ella el

puñal de vuestros enemigos.

«

Acordaos

del

pasado, contad cuantos de nuestros deudos, cuantos de

nuestros amigos han sido cobardemente asesinados.

>

Y lo han sido en el aislamiento, uno á uno.

1

»

Reuníos presto á nosotros sino quereis que vaya el enemigo á dar á vues.

tras esposas, á vuestros hijos el espectáculo de vuestra muerte.

»

Acordaos de Perez, de Aguilar, de mil otros.

»

Tomad las

armas, valientes compatriotas, no os dejei& arrebatar la vida

sin defenderla siquiera.

»

Ya conoceis á· nuestros enemigos, no son tardios sus puñales.

~

El país entero se levantará

al

anuncio de nuestra llegada.

»

Nos han llamado, nos han suplicaQb que vengamos.

»

En los trece departamentos de

la República

~evantarán

el pendon de los

combates valientes militares y ciudadanos denodados.

»

Venid todos: Nuestro jefe efectivo será el que sepa conquistar el mando

por su valor en los combates y por su acierto en la direccion.

»

Campo hay para todos los que anhelen servir á la patria y hacerle home–

naje de sus sacrilicios.

»

Cuartel General en marcha, Marzo 5 de 1870.

Inocencio B enitee.

Los invasores se demoraron hasta las nueve de la mañana

en

la costa para proporcionarse caballos, que consiguieron

despues de algunas dificultades en una estancia inmediata al

paraje donde habían desembarcado, emprendiendo á esa

ho.ra

la marcha con direccion al pueblo del Salto.

El enemigo, que tenia muy vigiladas las costas del Uruguay

en prevision de cualquier tentativa de los emigrados, porque

corrían constantemente rumores de invasion, sorprendió por

casualidad la pasada de los revolucionarios.

El Comandante Reyna encargado de la vigilancia de aque–

llos parajes, encontrábase esa noche con cerca de doscien–

tos hombres muy inmediato á aquel punto, mientras que al–

gunos rondines apostados por

é,l

de trecho en trecho, r ecorrían

la costa constantemente. Uno de estos rondines fué el que

descubrió á los invasores, sin ser visto de ellos y <lió parte

inmediatamente á su jefe.

El Comandante Reyna, ya fuese porque tuvo la intencion

de dejar que se alejáran los revolucionarios de la costa para

batirlos y deshacerlos cuando no pudiesen retroceder ó ya

fuese porque no había podido descubrir con exactitud el nú–

mero de las fuerzas invasoras, los dejó internarse, siguiéndolos