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mas arriba de Federacion y mas. abajo de la barra del rio
Arap ey. En ese mismo sitio, fueron aclamados generales los ,
Coroneles Aparicio y Benitez, por los emigrados que llenos
de: júbilo
y
entusiasmo, pisaban tras la rga ausencia el su elo
oriental.
Entonces se distribuyeron las proclamas que damos en segui–
da, escritas como se verá en el leng uaj e franco
y
sencillo del
soldado:
«
Compatriotas :
Despues de cinco años de persecuciones, de ostracismo, de
martirios, tomamos las armas respondiendo á vuestr.:.s vo tos inspirados por el
sufrimiento de la patria.
» Lícito es el olvido de los intereses y de los agravios personales, mas no
el de los supremos intereses del suelo en que vimos la luz.
»
Espofüciones, asesinatos, la privacíon
total de
todos los derechos, tales
son los dones que se han prodigado á
todos los hombres de corazon, á to–
dos los buenos patriotas desJe el in fausto dia en que la traicion pusiera á la
R epública el yugo de su horrenda dominacion.
»
Con fria crueldad y negra alevosia, inmolara
1
á los valientes defensores de
La F lorida y Paysandú, y luego cuando
la ayuda del estrangero los colocó
en el mando de la R epública, sin atender á la quietud ·que reinaba en toda
ella, y obedeciendo solo á un cá lculo
tan cruel como cobarde, erigieron en
sistema el asesinato individual, pretendiendo por ese medio, disminuir su -de–
b~idad.
Así se ha regado de sangre generosa
todo el territvrio de la nacion.
» Otros asesinatos en med io de la luz del clia y ante las miradas espanta–
rlas de la América se consumaron, r ecrudeciendo
la
fúria de la matanza con la
vista de los cadáveres y el olor de la sangre.
'
'
»
A los que no pudo alca·nzar el puñal de sus ase in os, r ngos
con
los
sueldos de
las policias, se propusieron matarlos de hambre y un
inmenso
despojo se conrnmó sigilosama.nte,
una verdadera
confiscaciun sin su odioso
nombre.
L a hipocresia unida al robo, como al asesinato.
»
Ay de los vencidos!
esclamaban de un
confin á otro de
la República
cada caudillejo oscuro,
cada presidario
tran5formado,
llevando escrito en
su
divisa roja la absolucion anticipada de todos sus desmanes.
Por eso
2 5 000
orientales están fuera de su patria, por
eso
las poblaciones antes prósperas,
florecientes, languidecen hoy en el silencio de los desit'rtos.
»
Los años no bastan á
aplacar la se<l de sangre, la ambician de riquezas
de nuestros enemigos.
• Lejos de aplacarse, aumentan por el momento sus violencias y deprada–
ciones.
• Los ciudadanos honrados,
los estrangeros,
todos
lamentan su lastimoso
estado clamando por el cambio político que impida la ruina completa de la
Nacion y su absorcion por el estrangero, consecuencia necesaria de la inmora–
lidad, del desquicio, de
los
crímenes que cliariamente se cometP.n por los ·
usurpadores de la Soberania Popular,