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miento del Gobierno, darian el golpe de gracia á nuestro partido, sino pan.

siempre, al menos por muchos años. Esto está comprobado por documentos

que tengo en mi poder y que oportunamente se los enviaré.

»

Ahora voy á hacerle una ligera reseña de los sucesos de los últimos dias.

»

Desde Mansevillagra hemos venido persiguiendo sin descanso

al

enemigo,

que por muchos esfuerzos que hacia no podía librarse nunca de nuestra vigi–

lancia.

~

El día 14 llegábamos al Arroyo Grande. El enemigo solo nos adelantaba

de una jornada.

>

En la tarde de ese día llegó á nuestro campo un individuo trayendo notas

del se'ñor Obispo y cartas de 'D. Juan Quevedo; en e!.as nos decian que con

autotizacion del Gobierno traían por mision ofrecer sus servicios con objeto de

arribar á un arreglo que diera por resultado la terminacioB de la guerra, y pi–

diéndonos como paso prévio para entrar en las negociaciones, la suspension de

hostilidades.

»

Tanto yo como los Generale> Castro y Borges contestamos que aceptaría–

mos la paz siempre que ella fuese digna, y sobre todo, que en todo caso acep–

tariamos la disposicion del Gobierno; pero que en cuanto á la suspension

d~

las hostilidades, no podiamos acceder sin órden espresa del mismo Gobierno

de la República.

»

El dia 15 enviamos nuestra respuesta y continuamos marchando, buscando

al enemigo con rumbo á las puntas del Ros..rio. A las 3 de la tarde nuestras

descubiertas comunicaron que los blancos iban dirigiéndose hácia las puntas de

San Juan.

>

A las 5 de la tarde nos alcanza otro chasque del se'ñor Obispo, quien nos

manda un escrito que se pretendía llamar telegrama, en el cual á nombre de us–

ted se nos hacia saber que admitidos los oficios de la Comision deberían sus–

penderse las hostilidades, permaneciendo los ejércitos en sus respectivas posi–

ciones.

»

El papel, la forma, los errores de que adolece el referido documento y la

precipitacion con que se nos hacia llegar á nuestro poder, precisamente cuando

nuestras partidas csploradoras arrollaban varias enemigas, nos hizo dudar de su

legalidad,

y

de acuerdo con los Generales, seguimos nuestra marcha sin dar

ninguna cont.estacion.

:o

El dia 16 seguimos á las puntas de San Juan, llevando muy próximo

al

enemigo: campamos en Piedras de

Espino~a,

donde pasaron la noche anterior

los enemigos y teniéndolos arroyo por medio, á la vista.

»

El 17 pasamos San Juan al Sur é hicimos desensillar mientras venian las

descubiertas. A las

10

de la mafiana nos comunical:' que el enemigo está le–

gua y media, formada su línea de batalla en la estancia del señor Suffer.

>

Inmediatamente se mandó ensillar

y

apron tamos para marchar sobre ellos.

En ese momento llega otro enviado del Sr. Obispo, quil'n de nuevo exige la

suspension de hostilidades, fundándose en los telegramas que de esa babia re–

cibido de Vd.

y

que nos remitió.

>

Le contesté: que hasta aquel momento, ni del ejército enemigo habia