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57 -

>

Antes de la batalla de Manantiales, renacía para la República Oriental la

perspectiva de una paz reparadora, de la conciliacion de sus hijos, del bien

estar de todo un pueblo; -

no importa! Para Batlle, lo primero es Batlle,

y

como no baje del poder, todo es bueno

y

todo se acepta; ruina del país, estra–

gos, matanzas, perpetracion de viejos ódios,

y

todó se sanciona

como santo,

aunque se consiga por medio

de la perfidia que ha precedido á la batalla de

Manantiales.

>

E l último derramamiento de sangre que pudo

y

debió evitarse, se celebra

todavia en Montevideo por Batlle

y

por sus hombres con grandes repiques

y

festejos.

¿Tendrá acaso que durar

la carniceria, hasta que

la

abatida nacionalidad

desaparezca?

· • >

Puede ser

!

>

Batlle

y

sus hombres brindan á estas horas por el último triunfo de los

Manantiales, aunque las madres de los orientales que han caido, lloren lágri·

mas de sangre

y

la patria vista de luto para siempre jamás.

Franeisco X .

de

Acha.

Buenoos Aires, Julio

2

r de

I

8 7

I •

>

I NFAMIA Y TRAICION

¡.~>

El desastre de los Manantiales se presenta á todas las conciencias rodeado

de caracteres siniestros.

>

Nosotros tenemos el convencimiento hecho de que se ha cometido una trai·

cion nefanda, un gran crimen,

y

es preciso por lo mismo que discutamos los

hechos para que dé su fallo el tribunal de la opinion pública.

• Si nos fuese posible interrogar la conciencia del Dr. D. Manuel Herrera

y

Obes

y

de

n.

Fernando Torres, Ministros de D. L orenzo Batlle, los llama ·

riamos á juicio para que declararan si es verdad: - que en

la conferencia que

el señor Obispo Vera tuvo con el Presidente Batlle, antes de aceptar el en–

cargo de pasar al ejército revolucionario con los caballeros que debian acompa·

fiarle, no escucharon la declaracion

del jefe del Gobierno de

no iº·11sis#r mas

tm

la condiczon de que los revolucionarios acatasen su autoridad,

condicion

que ocasionó la retirada del General Osario, dando por terminada su mediacion.

>

Interrogariamos enseguida á esos mismos .Ministros para que declarasen si

es verdad, que aquella solemne declaracion del Presidente Batlle al señor Obis·

po, era una infame impostura,

y

si les constaba que ni antes de aquella

con·

ferencia ni despues, pensó jamás D. Lorenzo

Batlle en declinar de su condi–

cion de sometimiento para los revolucionarios.

>

o

iéndonos posible traer

á

juicio á los Ministros de D. Lorenzo Ba·

tlle,

y

sin fiarnos aunque lo fuera, de su negra conciencia, relataremos lo que

pasó en la conferencia del señor Obispo Vera con el Presidente Batlle, en la

seguridad de que nose nos ha de poder de

1nent~.

>

Instndo por muchas personas caracterizadas

el

señor Obispo, para que en -