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¡Que alegria en todo el ejército cuando se supo tan grata
noticia!
Y subió de punto esta cuando se dijo que marcharian para
Montevideo, lo que se creyó fácilmente, en primer lugar por–
que este era el deseo general y despues po·r que se creia fir–
memente que el enemigo hubiera debilitado sus fuerzas de
campaña, cuando ni siquiera babia asomado por donde ha–
cia tanto tiempo que permanecian los revolucionarios. Pero
que desencanto tan grande los pobres nacionalistas tuvieron
á
los pocos dias!
El ejército de Suarez, que como ya lo hemos dicho, había he–
cho campamento general entre Rolon y Polanco del Yí, perma–
neció en aquel punto,
cuereando
las reses que tomaba á los
pícaros blancos,
hasta mediados del mes de Febrero, por cuya
razon no babia perseguido á los revolucionarios. Como decia e1
General Suarez en su parte que hemos trascrito,
no convenia
á
sus intereses
(ya lo creemos)
el p erseguirlos.
Pero á mediados de F ebrero, cuando sus correligionarios de
Montevideo creían concienzudamente que andaba operando
sobre Aparicio, en el momento menos pensado, se les presenta
á
las puertas de la Capital con un ejército vírgen de toda evolu–
cion contra el enemigo.
Y decimos en ·el momento menos pensado; pues por esa
época
á
quien en realidad se esperaba era al ejército revolucio–
nario:; creencia que tambien habian abrigado los nacionalistas,
pues además de las causas ya espuestas, se decia con mucha
generalidad en el ejército de Aparicio que «vendrian á la capi–
tal á jugar con balas el Carnaval», por coincidir esta fiesta en
aquellos días; no equivocándose, sin embargo, los revoluciona–
rios en que jugarían carnestolendas, únicamente que lo hi–
cieron en las famosas Tarariras y mojándose los unos á los otros
y destrozándose lastimosamente los míseros harapos que po–
seian.
El General Suarez disculpaba su conducta, diciendo que la
guerra estaba terminada, que para concluir con los revolucio–
narios que merodeaban por la república bastaba un jefe de di–
vision. Fundado en estas mismas razones babia presentado
pocos di as antes su renuncia del cargo de General en Jefe, la
cual no le fué aceptada en manera alguna, pues el Gobierno
veia en el
impático
General su áncora de salvacion.
Cuando el General Suarez llegó á las Piedras, no traia mas