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El G en eral Aparicio, en la imposibilidad de
hace r otra
cosa, dispuso que marchara adelante el par que con los heridos
y tendió línea sobre el paso, resu elto
á
pelear sino había otro
remedio .
P ero el General Suarez mandó hacer a lto, no atr eviéndose
á
avanzar por la falta de caballerías, y el ejér cito r evolucionario
emprendió nuevamente la marcha, formado en columnas para–
lelas.
Todo ese dia y parte d e la noche marchó el General Apari–
ri cio, campando breves momentos
á
la madrugada cerca del
pueblo de la Florida, por cuyo punto cruzó al dia siguiente en
direccion al Durazno separándose de las puntas del Sarandí para
este pueblo el parque, los infantes y lo heridos, bajo las órde·
nes d el J efe del Estado Mayor General Mo r eno, que había sido
nombrado para remontar la infantería y r ecibir los dispersos
de los diferentes departamentos.
Ll egado el ejércit o al Durazno, en cuyo pueblo permanecie–
ron los infantes y los h e ridos varios días, el Gen eral Apari cio
vadeó el Yí por el paso real, campando sobre el otro lado, con
intencion es de reorganizar allí s us fu erzas.
El ejército d e Suarez, mientras tanto, despues d e un peque–
ño tiroteo que sostuvo su vanguar dia con la r etagua rdia r evolu–
cionari a á la altura d e la F lorida, se había mantenido por las
inmediaciones d e este pueblo hasta que emprendió nuevamen–
te la persecucion avistán dose con los nacionalistas el dia 5 de
Enero en el pueblo del Durazno, de donde felizmente ya se ha–
bían r etirado los heridos temiendo est o mismo, encontrándose
en esos momentos en la cost a de Tejera. Sin embargo, no de–
jó de producir su alarma la llegada del enemigo, pues este corrió
á infinidad de r evolucionari os que se h abían quedado en el pue–
blo haciéndolos azotar en el Yi, matando á unos,
h~riendo
á
otros
y
haciéndoles perder á muchos sus caballos ensillados,
que tuvieron que abandonar para poder vadear el ar royo .
E l ejército revolucionario, que en esos dias había desprer,–
dido algunas fuerzas segun lo veremos mas adelante, tendió la
línea de batalla sin embargo, log rando nuevamente, como en
San Ramon, contener al enemigo.
Al llegar la noche , empr endió su marcha el General Apari –
cio en direccion al departamento d e Cerro Larg o, para cuyo
punto, desde que avistó al General Suar ez, había ordenado
mar charan los heridos protejidos por una pequeña fuerza al