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En estos días se espiden varias órdenes por la Comandancia

Militar y por el E stado Mayor del Gob ierno, prohibiendo la sa–

lida de los cantones á persona alg una, ni subirse á las azoteas

ni asomarse á los balcones cuando se dieran las señales de alar–

ma, t odo, segun costumbr e de aquella época bajo penas se–

verísimas.

El dia 4 á la noche,

~na

p equeña parte de las fuerzas re–

volucionarias hizo un simulacro de ataque por la parte

Nor te de la ciudad, con el objeto de traer , como trageron,

una cantidad de fu siles que se habían depositado fu era de

trincheras, empeñándose con tal motivo en un lijer o tiroteo de

cañon y fu silería con el cantan ó trincher a que estaba situada

en la Aguada.

Fué tal el alboroto que este hecho produjo en la plaza sitia–

da, que se tomaron todas las medidas como si se tratase de un

asalto en toda la linea, segun puede verse en la sig uiente nota

de la Comandancia Militar.

"

Comandanúa Müitar de la Capt'tat.

" Montevideo, N oviembre S de

1870. ·

"

E xcmo. señor M ini'stro de la Guerra.

E xcmo. señor:

" Conforme

á

las órdenes trasmitidas por el Gobierno, en el acto de ini–

ciarse la intentona frustrada por el enemigo,

á

las

1 2

en punto de la noche

anterior, el infrascrito procedió

á

_dar las señales de alarma convenidas,

y

á

tomar las medidas de precaucion necesarias para sofocar cualquier moVJmiento

reaccionario dentro del círculo de la capital que le ha sido confiado,

y

á la

vez para garantir la seguridad de la vida

y

prosperidad de sus habitantes.

" Tan luego como sonaron los primeros tiros que iniciaron el avance de¡

enPmigo

y

antes de tocar arrebato de campanas,

y

de echarse generala, multi.

tud de ciudadanos esceptuados del servicio activo, se presentaron solicitando

armamento

y

municiones para concurrir

á

la defensa, dispuestos

á

acudir a1

sitio que se les designase.

" Entre estos ciudadanos se encontraban algunos que, perteneciendo á va·

rios cuerpos de la guarn icion no pudieron llegar

á

sus respectivos cuarteles

por haberlo impedido las guardias, que sin duda alguna dieron cumplimiento

equivocadamente

á

las órdenes superiores que les habían sido

tra~mitidas .

" L a guarnicion del Cabildo, que consta permanentemente de

2 8 0

á

3 0 0

hombres, se vió remontada en aquel momento hasta mas de

50 0 ,

entre tro·

pa regular

y

voluntarios, todos armados

y

decididos.

" Mientras tanto, las patrullas de caballeria recorrían la parte litoral de la

ciudad,

y

ei centro de ella es taba guardado por fuertes patrullas de Ja colll·