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sieron que los Mayores Padilla y García salieran con sus escua–

drones de caballería al encuentro de los revolucionarios.

Como á media legua de distancia, en el paraje denominado

Cerros Blancos, se encontraron estos escuadrones con la van–

guardia de Medina, la que hizo alto allí, desplegando en seg uida

SIUS

g uerrillas al fr ente y empeñándose acto continuo en un fuer–

te tiroteo con las g uerrillas enemigas.

A las dos horas de estar guerrillándose y acercándose el

grueso de la gente, recibió órden la vanguardia de avanzar

tambien ;· arrollando completamente á los escuadrones del go–

bierno que en precipitada fuga corrieron á parapetarse en las

chacras del pueblo.

Inmediatamente de haber puesto sitio á la pla za, el General

Medina envió al Comandante Avila la intimacion siguiente:

E l General en J efe del Ejército Nacional, al Comandante militar de las

fi,erzas de Mercedes.

• Siendo del todo imposible la resistencia de esa plaza, con la poca fuerza

de que dispone U. S. y deseando evitar corra una sola gota de· sangre oriental,

intimo á U. S. se rinda á discrecion con la guarnicion de esa plaza, en el pe–

rentorio término de una hora.

»

Cuyo plazo vencido, me pondrá U. S. en la imperiosa necesidad de llevar

el ataque,

y

entonces haré únicamente responsable á U. S. de las vidas que se

pierdan en el combate

y

de los perjuicios que se o riginen á la hermosa ciudad

de :Mercedes, al ser tomada

á

viva fuerza.

• Dios guarde á U. S. muchos años.

Anacleto J1([edz"na.

Agosto 25 de 1870

(1 2

p. m.) •

Los sitiados, como buenos orientales, se rieron de la amei1aza

del j efe sitiador, cont estándole el Comandante Avila que no se

entregaban absolutamente y que por lo tanto , podia atacar

cuando se·le diera la gana. P ero envalentonado por su propia

contestacion y cr eyendo quizás que el enemigo se conformaría

en dejar las cosas en este estado ; qu e sus amenaza no pasa–

rían de fanfarronadas,- comete la imprudencia de mandar la

compañia de línea de los urbano de la capital, al mando del

Teniente Martinez y otra compañia de los Guardias acionales,

mandados por los oficiales Cuello

y

Catumbert, á que se incor–

poraran á los escuadrones de Padilla

y

García, que estaban

en las chacras, or denándoles que tratasen de desalojar á los

sitiadores.