REVOLUClÓN DE INGLATERRA.
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victoria y simpatía, se mostraban sin rebozo hasta en
el recinto del Real Palacio. El g ra\l Jurado de Mid–
dlesex lanzó una acusación contra el Conde de Salis–
bury por haberse hecho católico
(1).
El Lord Mayor
mandó registrar las casas de los católicos, en la. City.
para recogerles las armas. El populacho penetró en
casa de un respetable comerciante que profesaba las
doctrinas de la Ig lesia impopular á ver si había cons–
truido una mina desde sus sótanos á la ve9ina parro–
quia protestante para volar al ministro y á Jos fieles (2).
Los vendedores pregonaban en las calles escritos i;atí–
ricos contra el P. Petre, el cual había dejado con gran
oportunidad sus habitaciones de Palacio (3). En todas
las calles de la capital se cantaba
~on
in ás furor que
nunca Ja célebre canción de Wharton, ilustrada con
muchos versos adicionales,
y
los mismos centinelas
que daban guardia al Palacio tarareaban ai' recorrer
sus puestos:
.
•Los
ingl~ses
brindan
á
la confusión del papismG,
LillibullerQ buyen a la.•
Las prensas secretas de Londres trabajaban
sin
des–
canso,
y
diariamente se arrojaban
á
la circulación
papeles que los magistrados no podían descubrir ó
á
cuya publicidad no querían poner obstáculo. Uno de
ést.osse ha salvado del o1vido merced á la hábil auda–
cia con que estaba escrito
y
al inmenso efecto que
produjo. Pretendía el documento en cuestión ser un
supl emento á la Declaración de Guillermo, escrita y
sellada por el Príncipe de Orange, pero su estilo dife–
ría mucho del verdadero Manifiesto. ·Amenazábase
á
(\)
Diari o de Lu ttrelt.
(2) Adda, dic. 7 (l'l), 1688.
(3¡ Dice el Nuncio: · Se-lo avesse fatto prima di ora, per il
Re
ne sarebbe stato meglio.•