REVOLUCIÓN DE 1NGLA1'ERRA.
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continuamente el temor de que un nuevo capricho del
tirano les despojase de sus beneficios. dejándoles sin
un pedazo de pan. Que los P.artidarios de la Ig·lesia an–
glicana hubieran olvidado de tal modo la doctrina que
había sido su principal orgullo, que se pusiesen al lado
de los que hacian altiva resistencia, parecía eu verdad
cosa increíble. Pero ¡,podía su opresor esperar hallar
entre ellos aquel espíritu que en la generación prece -
dente había triunfado de los ejércitos de Essex y Wa–
ller·, y había cedido tau sólo después de una lucha
desesperada ante el g·enio y energía de Cromwell?
.
.
!
XXXV.
INTENTA RECONCILIARSE CON SUS SÚBDITOS.
El tiran.o se sintió lleno de temor. Cesó de repetir
que las concesiones habían sido siempre causa de la
ruina de los Príncipes, y confesó lleno de pesar que
tendría que rebajarse y hacer de nuevo la corte á los
tories
(1).
Puede muy bien creerse que en esta ocasión
Halifax fué
inv~tado
á volver al.Gobierno y que él se
negó á aceptar. El papel de mediador entre el trono
y la nación era, siñ duda alg·una, el má.s adecuado á
sus condiciones
y
el que más ambicionaba. Ignórase
la causa que hizo fracasar la neg·ociación, pero es
probable·que la cuestión de la prerrogativa de Dis–
pensa fuera la principal dificultad. Su hostilidad
á
aquella prerrog·ativa había motivado su caída tres
(1)
Adda, set.
28
(1Jct. 8).
1698,
Describes!! en este ó.espacho con
vivos colores el temor de Jaco bo
á
una d.efecc1ón universal de
ána
iúbditos.
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