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. LORD MACAULAY.
de gran desacato, pues e1 solo crimen de presentar al
Soberano una petición, concebida en los términos
más respetuosos, habla valido á lo Padres de
l~
Igle–
sia el ser encarcelados
y
procesados,
y
cuantos jueces
hablan votado en favor de ellos viéranse inmediata–
mente destituidos. La convocación de un Parlamento
libre
y
l<:ig·al podría seguramente remediar con efica–
cia todos estos males; pero 1a nación no podía esperár
ver reunido tal Parlamento,
á
menos que no cambiase
totalmente el espiritu de la administración. Era, sin
duda, intención de la Corte, por medio de corporacio–
nes
1·eglamentadas
y
de mesas ca:tólica , reunir una
asambl ea, que sólo de nombre sería Cámara de los Co .
munes. Por último, había circunstancias que hacían
sospechar con fundamento que el niño
á
quien se lla–
maba Príncipe de Gales no era realmente hijo de la
Reina. Por e tas razones el Prlncipe, atendiendo
á
su
pl'óximo parentesc'O cob la Casa R al
y
agradecido al
afecto que el pueblo inglés habla mostrado iempre a
su amada e. posa
y
á él también, habla resuelto, ac–
cecliendo á las instancias de muchos lores tempora–
les
y
espirituales
y
de otras muchas per ou s de todos
rangos, presenta!·se en la I la
á
la cabeza de un ejér–
cito suficiente á rechazar toda violencia. Protestaba
no llevar ninguna idea de conquista, declarando que
mientras sus tropas permaneciesen en Inglaterra, es–
tarlan sujetas á la más estrecha di ciplina,
y
que tan
pronto como la nación se viese libre de la tiranía se
embarcarian nuevamente. Su único objeto era que
se reuniese un Parlamento libre
y
legal, compro–
metiéndose solemnemente á ometer á su decisión
todas las cuestiones públicas
y
privadas.
No bien
e~pezaron
á
circular por el Haya ejempla–
res de este manifiesto, aparecieron señales de di en
sión entre los Ingleses. Wildman, infatigable en el