R!>VOLUCJÓN DE INGLATERRA .
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aun
en una época de corrupción
y
mercanti\ismo, el
departamento
á
que un soberano, por escasas que sean
sus facultades, se dedica con peculiar atención, debe,
comparativamente, estar libre de abusos. Fácil hubie–
ra sido encontrar un Ministro deMarina másintelig·en–
te que Jacobo, pero no hubiera sido tan fácil encon–
trar entre los hombres públicos de aquel tiempo, un
Ministro de Marina que no hubiese·saqueado los alma–
cenes, admitido donativos de los contratistas
y
obli–
g·ado á pag·ar
á
la Corona el importe de reparaciones
que jamás e hal:>ian hecho. El Rey era, en verdad,
casi la única persona de quien fundadamente pudiera
decirse que no robaba al Rey. A
í,
pues, durante los
tres últimos años había habido muchos menos gastos
y
despilfarros en los ar cnalcs que anteriormente.
Los barcos que se habían construido eran buenos para
Ja navegación. Habiase publicado una excelente or–
denanza aumentando los sueldos de los capitanes y
al mismo tiempo prohibiéndoles severamente traspor–
tar mei·cancías de un puerto á otro sin licencia real.
El efecto de estas reformas '3ra ya perceptible;
y
Ja–
cobo podía sin dificultad, en muy poco tiempo, pre–
sentar una flota considerable. 'I'reiuta barcos de línea,
de tercero y cuarto orden todos, estaban reunidos en
el Támesis al mando de lord Dartmouth. La lealtad
de Dartmouth estaba al abrigo de toda so pecha,
y ·
.;;e le consideraba más hábil Y.entendido en su profe–
sión que ninguno de los marinos de ia
nobl~za,
que
·en aquel siglo lleg·aban
á
los más altos puestos en Ja
marina sin la preparación
y
api:endizaje indispensa–
bles,
y
que eran al mismo tiempo jefes de la armada
en la mar
y
coroneles de infantería en tierra (1).
(1) Pepys,
Jlfeinorias relcitiuas
{ita
Reai
Al'marla,
1690; CÍarkc,
Villa de Jncobo
11,
t.
11,
186,
llle1n.
orig.
¡
Adda, set. 21
(oct.
l.º);
Citters, set. 21 (oct.
l.").