REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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XXXVII.
R EU
IÓN DEL CLERO DE LONDRE
El clero de Londres, reconocido universalmente
como lo más selecto de su profesión , celebró un
mee–
ting.
Asi tían quince doctores en teología. Till otson,
deán de Canterbo ry , el más célebre predicador de su
ti emr o, dejó el lecho , donde le tenía confiu ado·la en–
fe rmedad, para asistir á la reunión . Sberlock , profe–
sor de derecho; Patrick, deán de Peterbórougb
y
rec–
tor de la importante parroqui,a de San Pabl o, en Co–
vent Garden,y Stelling Flee t, arcedian o de Londres
y
deán de la catedral de San Pablo, asistieron también .
La opinión general de la asamblea pareció ser favo–
rable á la obediencia del decreto. Empezó
á
acalo–
r arse la disputa,
y
tal vez hubi era tenido fatales con–
secuencias á no haberle puesto término la firmeza
y
discreción del doctor Eduardo Fowl er , vicario de San
Gil en ü rippl egate, individuo de aquella poco nume–
rosa, pero notable escuela teológica que unía al amor
d e la libertad civil, propio de la escuela de Calvino, el
de la. teología peculiar de Ja de Arminio
(! ).
Puesto
de pie Fowler, habló así:
ccSeré cla'ro; la cuestió1i es tan
sencilla, gue los a?:r¡umentos no arrojarán nueva luz sobre
(1) Aquel homb re eminente, el difunto Alejandro Knox, cuya
elocuente conversación y admirables cartaR ejer cieron tan g ran
influencia en el es¡:.írit,u de sus contemporáneos, tomó, seg ún sos–
JJecho, gran pa'rte de su sistema t eológico de los escl'i tos de Fow–
ler . El libro de éste, t itulado
Designo{ Chrishanity,
fué
atacado
por .Juan Bunynn con un ensañamiento que nada
pue~e
justificar,
pero qu e tiene alguna disculpa en la cuna y educación del hon–
rado calderero.