REVOI,UCIÓ
DE JNGLA'l'ERRA.
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capitado.
y
fueron abatidos los nobles ,
y
saqueados
los pr0pietarios,
y
perseguida la Iglesia; como que
apenas' había gran propietario que no tuviera en
la memoria un largo capítulo de agravios contra los
soldados del Parlamento: este porque volaron su ca¡¡–
tillo; aquel porque talaron los árboles seculares de
u parqu ; sotro porque no podía ir nunca á la igle–
sia de u parroquia sin que los abatidos blasones
y
la
statuas decapitadas de sus antepa ados le recor–
dasen que los rojos de Crómwell hici eron de ella cua–
dra para su caballos. De aquí que los mismos realis–
tas que má di pue tos parecían siempre á combatir
en per ona por el Rey, fueran Jos últimos á quienes
pudiera
1
Rey atreverse á pedir recursos con quepa–
gar tropa regulares.
in embargo , alg un os meses después de la Restau–
ración comenzó á formar Carlos un pequeño ejército
permanente, persuadido de que si no tenía más de–
fensa que la del pueblo armado
y
de sus g uardias,
los
beefeaters,
ó tragacarne , ni su persona ni su casa
e tarían seg·uras en medio de una g ran ciudad llena
de guerrero de la quinta monarquía, recientemente
licenciado . Por tanto , y á pesar de su natural des–
cuido
y
de u prodigalidad, hizo un esfuerzo para in–
troducir ciertas economías en el presupuesto de sus
di ipaciones, las cuales produjeron la cantidad bas–
tante
á
so tener una guardi a personal; y como aumen–
taron sus rentas con el desarrollo del comercio
y
de
la riqueza nacional, pudo luego , á despecho de la Cá–
mara de los Comune , aumentar de una manera pro–
g r siva
tas fuerzas r egulares, llegando
á
ser consi–
derable u medro algunos meses antes de acaba1· su
reinado, en razón
á
que por haberse abando nado el
.costoso, inútil
y
mortífero establecimiento de Tánger
.á
lo bárbaro pobladores del paí , su presidio, que