REVOLUCIÓN. DE INGLATERRA.
rra;
y
por todas partes se levantaban bastiones
y
rebeUines construidos con arreglo
á
principios des–
conod~os
al Duque de Parma
y
á
Spínola;
y
se
acumulaban cantidades de armas
y
municiones que
Richelieu mismo, con ser el hombre
á
quien la gene–
raci.ónanterior reputó por artesano de ·prodig ios, ha–
bría llamado fabulosas;
y
no podía transitarse por
los caminos de esos países sin ver regimien tos en
marcha,
y
fo rtalezas,
y
fosos,
y
puentes levadizos; en
Inglaterra, por el contrario, era posible vivir
y
via-
. jar mucho sin darse cuenta por ning·ún aparato ni ru–
. mor bélico de que la defensa de las naciones hubiese
llegado á ser ciencia
y
profesión; como que la mayor
parte de los Ingleses que no tenían veinticinco años
no había visto acaso nunca una compañía de solda–
dos regulares; que apenas si una sola de aquellas Citl–
dades que rechazaron vigorosamente al enemigo du–
rante la guerra civil se hallaba en condiciones de
sostener un asedio; que las puertas quedaban tan
francas de noche como de día; que los fosos no teilían
agua; que las murallas caían arruinadas ó se restau–
raban sólo con el objeto de proveer á los habitantes
de la localidad de paseos agradables las noches del
estío; que no pocos castillos feudales habían sido des–
man telados por los cañones de Fairfax
y
de Crómwell,
siendo sólo montones de piedras cubiertas de yedra;
_que los que aun quedaban carecían de su carácter
primitivo
y
eran únicamente palacios rústicos de la
g randeza, con los fosos transformados en criaderos de
carpas
y
de sollos,
y
los baluartes en jardines, cuyas
calles de arbustos y flores conducían á las viviendas
de verano, adornadas de pinturas y espejos (1). Aun
(1) Véase, por ejemplo, el cuadro del baluarte, eu Marlborough.
en el
Jtine·1·arium curiosum
de Stukeley.
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