REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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Era, por
fii;i,
llegado el tiempo en que debía reunir·
se el Parlamento inglés. Los miembros de la Cámara
de los Comunes habían acudido á la capital en tan
gran número, que se dudaba mucho de que todos
pudieran acomodarse en la sala que les estaba des–
tinada. Los dias que precedieron inmediatamente á
la apertura de las sesiones se pasaron en hablar de
los asuntos públicos, ya unos con otros ó con los
agentes del Gobierno. El partido leal celebró una
gran reunión en la hostería de la Fuente, en la Ribera,
(the Strand) y B:oger Lestrange, que recientemente
había sido nombrado caballero por el Rey, y era
di–
putado por la ciudad cie Winchester, fué uno de los
que dirigieron todas estas conferencias (1).
Pronto se vió que l:Da g ran parte de los diputados
tenia miras que no estaban de todo en todo conformes
con las de la Corte. Los caballeros
to?"ies
de provincias,
casi sin excepción, deseaban mantener la ley del
Test
y la del
Habeas CorJ_Jus;
y después hablaban de votar el
impuesto, sólo por determinado número de años. Pero
todos se hallaban igualmente dispuestos
á
adoptar se–
veras leyes contra los
1vltigs,
y hubieran visto con ale·
gría que se declarase á todos los partidarios del
bill
de
exclusión incapacitados para el desempeño de los
empleos públicos. Por- otra parte, el Rey deseaba ob–
tener del Parlamento una renta vitalicia, la admisión
de los católicos en los empleos
y
la derogación del
Habeas Corp1is.
A estas tres cosas aspiraba principal–
mente, y no se hallaba en modo alguno dispue to á
aceptar en su lugar una ley penal contra los exclu–
sionistas. Además de que tal ley le hubi era desagra–
dado seguramente, po rque una parte de los exc!usio-
.(1)
Barillon. mayo
28
{junio
7);
Observator,
mayo
27, 1685:
Sir
Juan Reresby's,
,J1emoirs.
TOMO II.
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