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LORD ll1ACAULAY.
XIV.
INCERTIDUMBRE DE JACOBO .
Dábanse, en tanto, _ en la mente de Jacobo, reñida
batalla distintas
y
contrapuestas ideas. Sería injusto
el suponer que tal estado de servidumbre era apro–
piado á su carácter, pues no sólo era amante de la
autoridad
y
de los negocios, sino que además tenia
alta idea de su dignidad personal. Ni puede asegu–
rarse que careciese por completo de un sentimiento
que tenia muchas afinidades con el amor patrio, lo
cual hacia que le mortificase en extremo ver que su
reino era contado por mucho menos en el mundo
que otras muchas naciones inferiormente dotadas por
la naturaleza. Por eso
OÍ\1
con eptusiasmo
á.
los Emba–
jadores extranjeros cuando le excitaban á recobrar la
dig nidad de su rango, á ponerse á la cabeza de una
gran confederación, á erigirse, en fin, en protector de
tantas naciones ultrajadas, humillando el orgullo de
aquella nación que había llegado á ser el terror del
continente. Al oir tales exhortaciones, su corazón
latía apresuradamente á impulsos de una emoción
que · nunca había conocido su ii1dolente
y
afeminado
hermano; pero bien pronto cedian tan nobles ideas
ante un sentimiento mucho más poderoso. Una poli–
tica exterior vigorosa necesariamente implicaba paz
y
completo acuerdo en el interior, pues no babia me–
dio de hacer frente al poder de Francia
y
al mismo
tiempo sostener en el interior la lucha que exigía su
a fán de disminuir
y
acabar con las libertades del pue-