La tortuga pasó la noche muy arrepentida de su ligereza y al amanecer deci–
dió alejarse del río sin cumplir lo concertado. Caminaba bosque adentro cuando de
pronto se encontró con un tigre que se dispuso a estrellarla contra un árbol para co–
merla después.
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Al darse cuenta de la intención de la fiera le gritó la tortuga :
-Tigre cobarde, asi me tratas porque estoy en tierra, otra cosa sería si me
encontrara en el agua.
Le hizo gracia al tigre la valentía de la tortuga y como no estaba hambri ento
decidió parlamentar con ella.
-Dí qué harías si estuviera en el río?
Entonces la tortuga recordó su compromiso con la sierpe y le respondió:
-Junto al río hay un gran bejuco que está tendido largo a largo, tiraremos de
los extremos y el que gane se coine al perdedor.
-Que me place, dijo
el
tigre, y a saltos se fué hacia el río.
Desde temprano la serpiente se instaló junto al bejuco y esperó con paciencia.
Cuando ya comenzaba a impacientarse sintió que tiraban de una punta. Maravillába–
se la serpiente de las fuerzas de la tortuga
y
aun cuando ella hacía esfuerzos, temía
perder la apuesta . Igual cosa estaba pensando el tigre en el otro extremo y como el
convenio era devorar al perdedor. casi al mismo tiempo, tigre y serpiente soltaron los
extremos del largo bejuco y se perdieron entre el bosque y entre el río.
Río arriba , en una playa dorada, estaba la tortuga poniendo sus huevos.