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Garcilaso de la Vega, descendiente directo de los incas, no mencionó
jamás el poema Ollantay.
Esto resulta muy extraño, por cuanto no puede concebirse un olvido
semejante.
Por otra parte, las grandes expresiones literarias que cuenta. el poema
no podían ser escritas én l0s kipus, sistema sumamente rudimentario,
cuando aquél tiene más de mil quinientos versos.
Por estas y ' otras razones cabe pensar que los elementos incas se in–
corporaron
a
ideas españolas sabiamente adaptadas al medio en que se
expresaban.
Err
la edición de Ollantay que en 1931 realizaron "Los amigos del ·
Li–
bro_ de Arte" - Madrid - París Buenos Aires} y que contiene las ver–
si<¡>nes: Castellana de Mossi y Francesa de Pacheco Zegan·a, se registra
un bello prólogo del prestigioso escritor peruano Ventura García Calde–
rón y attnque no plantea c·ategóricamente, ni analiza, ni resuelve el arduo
problema del origen del drama, insinúa su tesis favorable al carácter in–
'cásiCo, pre-colonial del mismo, pero nada más que una insinuación : es
lo que formula, pues dice, pág. III:
"No me •cabe duda de que el fondo del drama y sus mejores cantos '
(huaynos y yaravíes) son anteriores a la conquista. Su protagonista es
por anticipación el primer revolucionario, el primer · insurrecto hispano–
americano, el desacato encarnado, y tan bien lo comprendieron así las
autoridades españolas, que . prohibieron las representaciones populares de
. . la obra en los últimos años del Virreynato."
.
'
De dos proposiciones que pueden · ser exactas, se extrae conclusiva–
mente una tercera muy discutible; han podido intercalarse, por un indio
educado o por un mestizo o por uno de los eruditos frailes, de la Con–
- quista, temas v.crnáculos, "viejas canciones de la tierra", como se dice
en Cyrano de Bergerac,
como
los grandes artistas han hecho siempre en
' sus rapsodias, poemas, etc.
Y no fué extraño a la vida del Inkario, aún en su pleno poderío
y
perfeccionamiento, el fenómeno de la rebeldía: los "anti" , , los " cañaris",
los "cajamarcas", los "chimus" y otros pueblos del vasto Tahuantinsuy•tt,
exteriorizaron más de una vez reacciones insumisas; pero de todo ello
no puede concluirse que fuera indio puro, de los tiempos de Tupac-Y
u.:.
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panqui, un poema de construcción literaria que, como dice Mitre, sería
un anficipo de formas hispanas del siglo de oro; que desentona ' con las
demás candones y poemas e himnos recogidos e indiscutidos como de
origen vernáculo. Insisto en mi convicción de que Mitre pronunció la pa–
labra definitiva en el pleito, pero quiero ·que ustedes gusten estas líneas
finales del prol9guista peruano-:
"Para comprender, el drama de Ollantay es excelente, en efecto, haber
recorrido la Sierra del Perú, la entraña pétrea del país donde todo parece
cenceño, sobrio, despojado de inútiles abundancias, como Ja cordillera
~
misma,
com9
los
tapic.esgeométricos de mis serranías.
J
La tañida flauta alcanza ahí el sumo estridor de quejumbre, lás mon–
tañas· peladas, desportilladas, no acaban nunca su exploración del cénit,