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El castellano al invadir el quechua
y
el aymara ha sufrido. principal–
men te, deformación fonética por la índole del quechua, "fenómeno con–
trario a toda ley li ngüística".
1 el quechua pervive aún, porque tene–
mos palabras prestadas de é l que se han castellanizado y sigue viviendo
e n forma dialectal; pero con un préstamo que fluctu'i entre 25 a 50 Olo.
de pal abras castellanas, al menos entre las que conozco, palabra8 que se
deforman en su vocalizacíón y fonetización por las diversas causas que
se enumerarán. Este porcentaje del préstamo se confirma con la decla–
ración de uno de los que chuófilos de vanguardia. cuando d ice: "En n'wes –
tras esqwelas rrurale s, por lo menos en los dos primeros años de ense–
ñanza debería ser en lengua materna de l niño. Esto no ej sqluye
la del
castellano pwes ¡;¡ue pertenesen a este ídyoma mas del sinqwenta por
syento del bócabularyo ajtwal de los idyomas n<Jtivos". l cuntinu ando a–
¡;¡-reg~:
"Oy mas qe nunca no pwede desirse qe el keshwa sea un idyoma
pobre; pwes qe esta enrriquesido i se enrriquese, qomo todas las demas
qon bases tomada s de otros idyomas, sobre todo, qon las del qastellano
qe qonbib e y
s ~
compenetra co n é l".
Sin contradecír las leyes fi lológ-icas de la tncrpretación, hay que con–
fesar sin P.mbargo que "todas las lenguas, salvo raras excepciones, !On
mixtas y multioriginarias", como pasa con nuestro mismo idioma; pero
los prástamos del castellano a los idiomas ab orígenes resultan deforma n–
tes y
~egati vos
siempre , como queda dicho. Eno
~ucede
co n el habla de
nu estros indíQ"enas dP la sierra, por ejemplo, y aún en muchos lugares de
la costa, qu e a p esar de poseer muchas palabrar castellanas no las em–
pl ea bien o las deforma cuando ya habla castellano por esa influencia dia–
lecta l, lo que prueba, por otro lado, qu e el prés tamo de vocabulario, por
ex ,Jgerad o que se le supnn ga, pu ede seguir siendo, en ciert'J modo, "ex·
terior a la lengua prestada",salvo otro caso de préstamo, como el"calco".
Cuando hay costumbre de
expre~arse
indiferentemente en quechua
y castella no, incon scie ntemente
~e
hace pasa r a este último idiotismos del
quechua: esto es lo perjudi cia l; luego no me refiero a un caso de oposi–
ción a la adqui sición de palabra s de ambas le ngua s, sobre todo, para el
Clistella no.
·
Sólo la neces idad e n qu e se encuen t r n los individuos de tener un
me–
dio r á pido de hacerse comprender, los conduce a hacer ese mutuo sa–
crificio, tanto del que h abla castellano como el que habla dialecto. Ade–
más, en algunas region es del Perú, la nect.sidad
a
e conversaT creada
por el interés comercial e industrial, há forzado a las masas mdígenas a
aprender medianamente el caste ll ano; pero menos que medianamente es
lóg ico supener que aprenden mal, no habiendo lle·gado a e liminar total–
mente e l dialectismo.
Siéndo com0 se decía casi el 50 Olo. de palabras caste llanas las de
Jos dialectos, por lo único que no se puede hablar totalmente el castella–
no en el Perú, se debe quizá a que "el elemento interior del
l en~uaje
con
sus delicadas complicaciones no ha sido asimilado" por el indígena en
ciertos lugares de la sierra; p er o las p alabra:• propias del quechua en e l
dialecto sólo se ha limitado "apenas a los caracteres superficiales del que–
chua puro, a las expre siones que representan los obj etos mas usuales
y
actos ese ncial es y primitivos de la vida", es decir, en dias de desapare-