Antonio Castro, propugnando la monarquía
constitucional y, para el Alto Perú, una
especie de restauración del lncario. "Pazos
Kanki no sólo atacó el proyecto que más
pudiera lisonjear sus instintos de raza, sino
que atacó con una fuerza irresistible y ló–
gica, de pruebas, de dialéctica, de pasión y
de ironía que hicieron enmudecer al campo
enemigo" (Gabriel René Moreno). Con ello,
el escritor paceño había marcado sus pági–
nas más gloriosas. Pero muy pronto fué
desterrado a EE. UU. De allí pasó a Portu–
gal y España. Y otra v·ez a Londres, donde
ejerció el consulado general de Bolivia y
dende escribió sus
Memorias.
También fué
cónsul general en París. Regresó a Buenos
Aires, en 1851, donde se dedicó nuevamente
al periodismo. Este eminente escritor, que
constituye, a no dudarlo, la cumbre litera–
ria del período de la Independencia, ha de–
jado diversas obras, destacándose
Cartas
sobre las Provincias del Río de la Plata
(en Nueva York) y
Memorias histórico-po–
líticas
(Londres, 1834). Nació en Ilabaya,
provincia Larecaja.
PÉREZ, JUAN JOSÉ
(1844 . 1880)
L o que se llama un militar de vocación.
Apenas tenía nueve años cuando sintió el
llamado del cuartel. Fué en 1823. Dos años
faltaban para que Bolivia
~urgiera
al mun–
do. El niño, escapándose de su escuela, se
marchó detrás de las tropas del Gral. Santa
Cruz, las mismas que, en breves días más,
cosecharían sus primeros lauros en Zepita.
Pero fué devuelto a su hogar. Dos años más
tarde, cuando Bolívar llegaba triunfante al
Alto Perú, el muchacho de 11 años le dis–
paró un magnífico discurso, en Copacaba–
na. El Libertador quiso premiarlo incorpo–
rándolo en su guardia; pero· el padre logró
que la merced se trocara en una beca para
un colegio. El favorecido volvió a malquis–
tarse con los libros. Y anduvo así, hasta
que, por fin, fué recibido en el batallón
"Granaderos de Colombia". Contaba ape-
nas 12 años. Tomó parte en las batallas de
Yanacocha y Socabaya. En Yungay cayó
herido y prisionero de
lo~
.chilenos. A su
vuelta tuvo participación en varias revolu–
ciones, fracasada una de las cuales fué con–
denado a muerte. Le conmutaron por la
pena de 10 años de presidio. Por entonces
se avecinaba
lngavi.
En las vísperas, Pérez
realizó un acto inaudito de audacia: raptó
un coronel peruano de su tienda de campa–
ña. En lngavi se batió como un héroe. Su
agítada vida tuvo su epílogo en el Alto de
la Alianza. Destituído Daza, que lo había
echado del ejército, Pérez fué nombrado
jefe del Estado Mayor General del Ejército
Unido Perú-Boliviano, en cuyo carácter
asistió a aquella memorable acción de ar–
mas. Contaba a la sazón 76 años de edad,
y combatió en primera línea. Gravemente
herido, se le trasladó a Tacna, donde fa–
lleció.
PÉREZ VELASCO, LUCIO
(1854 -1904)
Como político, tuvo una actuación bri–
llante, hasta llegar a la primera vicepresi–
dencia de la República y a candidato a la
Presidencia. Pero es su figura de industrial
y de hombre de ·empresa la que mejor bri–
lla para los ojos de la posteridad. Tendría
a lo sumo 17 años cuando, abandonando sus
. estudios, se alistó en las filas de la juven–
tud que combatió a Melgarejo y le cupo
participar en los últimos hechos de armas
que prec·edieron a la caída de este tirano.
En 1872, viajando a Europa por la ruta del
Amazonas, visitó la zona beniana y, asom-
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