se ha dicho de él: "éste es el escritor que
con acierto nos daría una buenísima obra
de Historia de Bolivia". Escribió varias
obras históricas, sobresaliendo
La
revolu–
ción de La Paz en 1809
y
Bolivia y la triple
política internacional.
PIZARRO, FELIPE
(1876. 1941)
He aquí el modelo del maestro dotado
por la naturaleza. A ninguno más legíti–
mamente que a él le corresponde el manido
calificativo de "apóstol de la enseñanza".
Poseía el título de abogado, pero su exis–
tencia entera púsose al
~ervicio
de la vo–
cación. Algo más de cincuenta años; por–
que Pizarro descubrió la suya muy tempra–
no. · Pero hace falta agregar que fué un
ma·estro en la más noble de las acepciones
de este vocablo. Modest.ísimo: pese a su
amplio saber, jamás se dejó llevar por la
ambición; el banco de escuela era el altar
donde oficiaría hasta el último día de su
vida. Generoso: los sujetos de su exper!en–
cia pedagógica los buscó siempre entre los
humildes. Visionario: fué el primero en
avistar el problema del indio, y por esto
se consagró a educarlo, indagando por una
metodología especial para ello. Finalmen–
te, un admirable conocedor de la psicolo–
gía del aimara, de su idioma y su folklore.
Escribió al influjo de esta obsesión. Es–
cribió por el indio y para el indio:
Alfabe–
tizador del indio, Ajayun arupa, Aru-wiri,
Diccionario aimara-castellarw, Alfabeto co–
lla, La lectura por la escritura
y otras, mu-
chas de ellas condenadas a quedarse iné–
ditas. La Raza a la que tanto amó, le
recuerda y ha dedicado a su memoria una
escueFta campesina. Se alza, blanca y ru–
morosa, en la gris desolación 'de la pampa
andina.. Nació en Copacabana, el 13 de
septiembre de 1876.
POSNANSKI, ARTURO
(1874- 1946)
E s verdad que había nacido en Viena;
peto casi medio siglo de su existencia vi–
vió en La Paz. Y esto no es todo. Su privi–
legiado talento flor·eció aquí, en presencia
de Tiahuanacu: su numen y su pasión. Por
otra parte, fué boliviano como el que más,
pues formaba en las filas de los beneméri–
tos de la Patria, después de haber luchado
por ella en el Acre. Antropólogo y arqueó–
logo, fueron sus maestros grandes cientí–
ficos como von Luschan y Virchow. Etnó–
logo y etnógrafo, las cosas pretéritas de
Bolivia constituyeron sus más grandes in–
quietudes intelectuales. Después de largas
inv·estigaciones, constantes estudios y mu–
chas vigilias, lanzó, en un congreso mun–
dial, la tesis de que el origen del hombre
americano hay que buscarlo en Tiahuana–
cu. Fecundo en sus producciones, ha escri–
to más de cien obras, entre libros y folle–
tos, casi todas consagradas a descifrar el
misterio de aquella metrópoli, y en parte
a la interpretación y divulgación del fol–
klore boliviano. Murió en La Paz, el 27
de julio de 1946.
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