designándolo, a manera de satisfacción, pre–
fecto del Beni. A partir de entonces, des–
empeñó cargos en la administración y la
diplomacia.
Para ap1·eciar la calidad poética de Bus–
tamante, habría que acudir a lo expresado
por los grandes críticos. El insigne Mar–
celino Menéndez y Pelayo, en su
Antología
de poetas americanos,
ha dicho que el nom–
bre de Ricardo Bustamante está llamado a
perdurar en la memoria de los bolivianos.
De su parte, el famoso escritor colombiano
Miguel Antonio Caro se expresó así: "Bus–
tamante se hace notar siempre por la de-
. licadeza de sus sentimientos, por su
i~s
piración feliz y la galanura de su estilo".
"Su reputación estriba en las pocas compo–
siciones suyas que algún amigo ha publi–
cado y que la prensa americana se ha apre–
surado a reproducir". "Tiene inéditos casi
todos sus trabajos, porque nunca ha escrito
para el público, ni por afán de gloria li–
teraria, sino para dar libre vuelo a su ima–
ginación".
Su reputación de gran poeta, fué consa–
grada en definitiva gracias a su magnífica
octava re!ll destinada al mausoleo de Bo–
lívar y reproducida en letras de oro sobre
una plancha de mármol de Berenguela.
Bo–
livia a la poster:idad
llámase la composición
y mediante ella alcanzó en solemne certa–
men nacional, la corona ofrecida en galar–
dón por el Gobierno. Recordemos sus her–
mosos versos:
¡De América el Gigante veis dormido!
Dios y la Libertad guardan su lecho.
Dominador del Tiempo y del Olvido,
su gloria es grande y su sepulcro estrecho.
Y si del mundo hasta el postrer latido
hay fibra ardiente en el humano pecho
se inclinarán los hombres ante el Hombre
que me dió vida y me legó su nombre.
Finalmente, Ricardo José Bustamante
.
'
asociado a Eloy Salmón, dió a su ciudad
natal el
Himno Paceño,
cuyos versos se ha–
llan inscritos con el oro de la emoción en
el alma de:' este pueblo justiciero e indo–
mable.
ELOY SALMóN
(1821-1889)
Nació predestinado para el arte musical.
Por esto, el título de abogado estaba demás
con él. Pero su vocación, manifestada desde
la infancia, no pudo hallar los suficientes
recursos materiales y técnicos que le ayu–
daran a tomar su cauce y buscar sus metas.
Un viejo piano de la familia fué testigo
de sus primeros desengaños e inquietudes.
Sirvióle para conocer los misterios ocultos
detrás del teclado y recibir sus primeras
lecciones y ensayar, de oído, los traviesos
airecitos criollos, en cuya ejecución era
muy hábil. Pero de tanto haber trabajado,
el instrumento estaba ya caduco y achacoso.
Desafinábase a cada paso y tableteaba más
de la cuenta. Entonces el muchacho ensayó
a desarmarlo para ver si lograba devol–
verle las voces. Se las devolvió. Y a fuerza
de repetir esta operación adquirió el ofi–
cio de afinador, que habría de ayudarle a
continuar sus estudios.
Sus padres --don Manuel Salmón y do–
ña Carmen Ampuero-.-, no vivían muy so–
brados de dineros. Pero advertidas las ex–
traordinarias aficiones de Eloy, pusieron
a
éste bajo la dirección del profesor Harto–
lomé Donaire, quien, como era lógico es–
perar, inició sus funciones por el sacramen–
tal do - re - mi. El método no coincidía
'
empero, con el temperamento del discípulo,
cuyas impaciencias corrían más de prisa
que los pasos parsimoniosos y pautados del
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