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JULIAN SANTISTEBAN OCHOA

'para conqmstarla; ios incc¡.s de Sarmiento son hombres en toda la exteinüón

de la paiabra, con vicios y vir\udes, con pasiones y defectos, con noblezas

y

con venganzas ctueles, son los conquistadores ávidbs del dominio y poder:

en una palabra, se aproximan mas a los hechos

reale~,

como ha pasado en

la Historia •de todos los tiempos, y no como los que han querido nov8lizar

la Historia, que debe ,ser teal

y

cruda, aunque duela el decirlo. El epíteto

de "tiranos", que tanto se lee en la crónica dé don Pedro, Sarmiento, a veces

está en cqntradicción con lo que afirma éle sus hechos. Por ejemplo, al-re–

ferir los de Pachaqti.tei, que como nadie él ha pintado y admirado, la llamada

"tiranía" que

d~scribe

más parece hecha sólo para contentar a su protectbi:

y amigo el jurlsta Toledo, quien cree que con argumentos legales y con. ale- .

gatos puéde destrui'I' la v:e'I'dadera hi-storia. Los Incás de Sarmiento compren–

did~s así~

s'e nos muestran dignos, soberbios y grandes, aunque la sensible-

~

ría de muchos indiófilos haya dicho lo centrado. Esto está reñido con el

r~-

to y seco criterio de la crítica histórica él.e valor científico. A Sarmiento sólo

le desmerece su demasiado oficialis'mo, ineludible por las

circunstancia~

de

entonces. La Historia Indiga habtía sid<;> mucho' más valiosa, sin la sombra

impositiva del Virrey.

'

.

No por eso olvidemos al Sarmiento, español antes que todo, que parte

del Cusca, con don Martín

Hurt~do

de Awi.eto y Martín García Ofiaz de Lo–

yola, en'

1~

e:¡cpedición contra' .el último incq. rebelde da VilQ;iliamba, episQdio

que terminó co:1- su captura

y

muerte en el patíublo. Nada sabemos c.cerca·

del bando al que perteneció

Sarrrii~nto:

si .al· del Obispo Berlanga, que im–

p1oró. cuanto pudo clemencia a Toledq para salvar al Inca, o <ll de Toledo que

·Se mantuvo

cbn

terqtiedad inflexible paTa hacerle ajusticiar; ¿no es posible

que el procesado por el

$ant~

2ficio se hubiera hecho c¡:olega en el dolor y

el sufrimiento con Túpaj Amaru? Pero Sarmiento es español por sobr-e todo

y qui'zás habría apr-obado

1<1

política de Toledo; lo más l')robable es que en

estos momentos un gran silencio se haría en su e.spíritu y tecorda.{Ía con 'iro–

nía sus frases ante el tribunal

inC~Uisidor:

"el EvangeHo no está suficiente-

mente

~romul<!ado

en España"...

'

Se conoce que Sarmiento es buen soldado cuando se le encomienda ir

en la

exped~ción

contra fas Chiriguanós, guerreros

salv~.jes

indomables para

con Jos propios incas

'y

también con los españoles y cuando apen_as llega a

' esas r.egiones selváticas de nuevo el Tribunal de la Inquisición de Lima lo

reclama, en el

mi~mo

trágico año de

1572;

su amlga el Virrey Toledo, con

todQ su poder e influencia, no puede hacer nada, slendo prendido por los mi–

nistros de la carroza verde. PeTo lo que no pudo Toledo para salvarlo de la

Inquisición lo hizo un pirata inglés, el más a1,1daz navegante de su tiempo:

Franch¡cb Drake,

qu~ c~n

osadía atravesó el Estrecho de Niagallanes y ame–

nazaba toda la·

~st'a

americana del Pacífico; España solo tenía un hombre que

enfrep,társele y hacerle htiir, era Sarmiento de Gamboa: Los dos más gran–

des titanes del mar se retaron a singular duelo en el inmenso y anchurosp