LOS CRONISTAS DEL PERU
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A los 18 años abandona su hogar
y
su vida ensoñadora,
y
s~
hace sol–
dado para servir
y
consagrar su vida' toda a su patria
y
a su Rey. Entre los
años 1550 a 1555 lo ehcontramos en las rudas campañas de Flandes, tan cos–
tosas par aEspaña; pasa después a Italia
y
a A1emania, en donde Carlos- ·!
·
y
V disputaban el predominio de Europa
y
defendía una ideología
e·cum~
nica c.ontra los rebeldes luteranos; posiblemente al1á formó su bagaje cultu–
ral
y
religioso; quizás pudo trabar conocimiento en el Milanesado o en el
Rhin eon el futuro virrey Toledo
ctue,
también como él, se hallaba al servicio
de España en estas regiones, o por lo menos ambos recibirían igual esc;ue–
la de milicia, lucha
y
creencias. De aquí que en el
Perú,
má.s tarde, serán
grandes amigos
y
colaboradores.
Ante los ojos de Sarmiento de Gamboa se abre la gran aventura de
un mundo nuevo en las Indias
y,
en 1555, ·se embarca pára la Nueva. España,
en donde vive dos
años,
hasta 1557. En México, como en el Perú años des–
pués, le pierde su carácter, si bien profundo
y
serio en el estU'dio
'y
la acción
1
dec;isiva, es enamorad,izo, galón
y
bromeador con mujeres
y
amigos; una bro–
ma hecha con un sanbenito a un tal Diego Rodríguez, lo echa a los
c~labozos
de la Santa Inquisición en Pueblo de los Angeles, de la que salió semten.ciado
a ser
1
azotado públicamente, como se cumplió. Esta infamiac;¡ en un caba–
llero español, le obligaba a retirarse de México
y
emigrar al dtro no menos
alucinante virreynato meridional,
y
de esta manera llega al Perú.
.
•
1
Tenía entonces nuestra biografiado 25 años mozos
y
viriles. En nuestra
tierra investiga, estudia, viaja
y
hace J1 amor. Se le conoce por taumaturgo.
y
astrólogo,
y
esto lo afirma 'nada menos que el grave jesuít.a Acosta, su ami–
go
y
compañero después. A la sazón llegaba a Lima como Virrey, el no me–
nos mozo
y
gentil don· Diego López de Zúñiga
y
Velasco, Conde de Nieva,
llamado también póstumatnente el "Virrey Galán", porque fué encontrado
muerto una alborada, deoajo del balcón de un enojado marido. Un astrólogo
le había anunciado su muerte próxima: hay sospechas que lo h1era nuestro
don Pedro Sarmiento.
El enamoradizo Sarmiento lee las· rayas de la maao de una apuesta crio–
lla limeña, criada del Virrey, le dice poseer secretos de un amuleto que tie–
ne grandes virtudes pata el amor
y
la fortuna
y
la Inquisición que lo vigilaba
siempre vuelve a procesarlo en ·Lima.
Peto
no sólo era este delito el que se
le imputaba-, se le había: oído decir, con atrevimiento, que "el evangelio, no '
estaba
sufici~temente
promulgado en E$paña"
y
se le somefe a juicio e
instJ:ucción: Sarmiento Gamboa no el:a hombre que se acobardara, ni aún
en presencia de tan temido tribunal,
y
contesta con arrogancia
y
con -entereza
dighos de un espíritu templado. El 8 de Mayo de 1565 un jurado, compuesto
por jesuítas
y
dominicos teólogos, presidido por el ·mismo Arzobispo conde–
na a don Pedro Sarmiento a destierro perpetuo de las Indias. Este apela an-
'
te el Papa de tal fallo
y
pide que, mientras regrese la alzada, se le oto.&gue
por cárcel la Ciudad del CuSdo; es que Sarmiento pensaba ya venir a esta
ci~d~d
a investigar el remoto pasado de los Incas. De esta manera entre-
'